Parpadeos fugaces

martes, 28 de agosto de 2012

Déjate llevar al ritmo del humo de mis pulmones.

Hay sensaciones que duran tan solo un segundo y crean un tsunami en el bello de tu piel, levantando pasiones por donde pasa. Hay sensaciones que duran dos segundos y provocan que nazcan otras sensaciones que desembocan en escalofríos. 
Hay sensaciones que duran minutos, como las malas sensaciones que te hacen pensar que algo no va a salir bien, o que va a salir genial, que no se pasan hasta que no ocurre lo que tiene que ocurrir. Que pase el tiempo.

Hay sensaciones, que duran más en la cabeza que en el cuerpo. Estas mariposas mareadas necesitan respirar, salir de mi estómago y tomar el aire. Este fuego necesita ser avivado, quizás esté a punto de consumirse. ¡Cuidado! ¡Podemos quemar el bosque si me besas bajo un muérdago! 

Las ganas que tienen estos dientes de agarrarte el cuello por banda, estas manos que luchan por arrastrarte a mis infiernos más calientes, esta piel, que se derrite ante la tuya, pegajosa, te hunde en el lodo, en el más profundo placer, este pelo que te enreda y te aprisiona para evitar que escapes.
Esa forma de reírse, mil demonios me llevaban, manantiales brotaban, mis ojos arden. 

Pásate el humo, y se erizaba la distancia, y el simple roce de los dedos provocaba que la luz de la calle parpadease; nuestras vestimentas intentan huir dejándonos al descubierto. Túmbate aquí, entre la lujuria y el vicio, entre el suelo y el cielo. 
¿No lees mis ojos? 
Deduce lo que digo en cada latido, cada pestañeo es una pista más. No queda mucho tiempo, se consume, en nuestros pulmones. 
¿Quieres ir más lejos? ¿Quieres llegar al fondo? ¿Quieres probar a qué sabe la locura juvenil? 

Viólame en aquella esquina, con la farola iluminando tal ritual erótico. Sobre aquel banco metálico, en aquel trozo de hierba, encima de ese capó, dentro de tu coche. 
En la parte de atrás del bar, en el baño de la discoteca, en la oscura carretera. 
La Luna llena es la excusa de los jóvenes, la excusa de los locos vicios, la excusa que provoca pasar del amor al sexo. No necesito esa excusa, no me importa que hoy no sea luna llena. 
Muérdeme y transformate conmigo, arráncate la camisa y yo te seguiré, deja que los dedos naveguen en busca de nuevos continentes.
Hazme sentir cuánto sabes. 
Pero no se lo digas a nadie. 
Tenemos de testigos a la noche y a nuestra ropa, lejos de nuestra lujuria que se quema como una mecha  de petardo y se derrite como una vela.