Parpadeos fugaces

martes, 25 de diciembre de 2012

Roturas en la costura.

La gente se toma demasiado en serio la Navidad. ¿Por qué? No entiendo ni un pelo del objetivo de la Navidad.
Si crees en Dios, celebras el nacimiento de un niño que nació supuestamente en un portal, que su madre fue supuestamente fecundada por Dios y que se enteró a través de un ángel que se tomó la molestia de bajar del relajante y cómodo cielo a la apestosa y pobre Tierra. Le comunicó a la pobre muchacha virgen lo que Dios le había hecho, y ésta, como si conociera de toda la vida a ese ángel le creyó. ¿No podía habérselo revelado su retraso menstrual? ¿Y José que pinta en todo esto? Por que encima de que es el único que trabaja y trae a casa el pan se le presenta aquel marrón ¡Y qué marrón! Su mujer, a la que tanto ama y que todavía no ha tenido el valor de consumar el amor, le pone los cuernos sin que ella se entere con alguien que prácticamente no tiene masa muscular opaca, y encima se queda embarazada. Sin más remedio le toca cuidar a ese niño como si fuera suyo, y claro, como es cristiano no se puede divorciar. Está muy jodido. 
Pero lo mejor viene después, que anteriormente huyendo de Herodes la Virgen María, Jesús en su panza, y José llegan a Belén en burro. Y en la absoluta pobreza, ella da a luz. Antes de parir, llamaron a todas las puertas y los ciudadanos les rechazaban, pero claro, cuando la Virgen María empieza a despotricar gritando sobre ellos cuando empieza a asomarse la cabeza de Jesús por su vagina toda la gente sale de sus casas a ver qué pasa. Cuando Jesús ya ha nacido toda la gente se muere de amor, y de repente sus corazones se deshacen ante el brillo de su inocencia, y el mundo contempla su grandiosidad, pero olvidan que ellos mismos negaron la entrada a su casa de aquel bebé tan precioso. Y no sienten arrepentimiento, solo admiración por aquellos ojos de Dios. 
Y mientras tanto, una estrella, o una alucinación por el opio ingerido de los tres reyes magos les conduce hasta dicho portal. Quizás se pasaron meses siguiendo a esa alucinación brillante, y tan sólo llevaban su sonrisa, sus camellos, y los regalos para el niño Jesús. Y justo llegan cuando el niño nace, ¡eso es puntualidad! Oro, incienso y mirra. Esos eran los regalos. El oro lo entiendo, y no se sabe en qué lo gastaron, pero hubiese sido mejor regalo un par de paquetes de pañales y unas mantas para el frío, opino yo. 
El caso es que los cristianos del siglo XXI celebran el nacimiento de alguien que fue asesinado hace un buen puñado de años. Celebran que nació, pero se olvidan de que probablemente sus ancestros más antiguos no les dejaron entrar a María embarazada y a José cuando llamaron a sus puertas. 

Si no crees en Dios, al menos agradécele que tengas vacaciones, si es que aún trabajas. Igualmente celebras el nacimiento de una persona que te la trae floja, lo único que quieres es reunirte con tu familia y comer hasta reventar. No entiendo el estrés que produce seis horas antes de cenar la preparación de la cena familiar. 
Pero la cena finalmente sale deliciosa y los comensales, con la tripa hinchada y el cinturón reventado, se van a dormir a sus casas contentos.
¿Y los villancicos? Nadie sabe exactamente quién tenía una mente tan retorcida como para crear dicha canción.

Otro tipo de persona, es la típica persona hipócrita que piensa que haciendo buenas obras en Navidad está salvada de ingresar en el Infierno. Yo hoy le compro un bocadillo a un vagabundo por que es Nochebuena, pero cuando es 15 de Abril y te piden limosna niegas con la cabeza y deformas las arrugas de tu cara dando a entender que te da mucho asco que te toque.
Los habitantes del mundo tienen un concepto de felicidad bastante atrofiado. Caprichosos seres carnosos llenos de huesos y líquidos que huelen mal, deshechos, nervios, calambrazos, emociones.

Pero quién soy yo para juzgarlos, si mi relleno también es de carne que con el tiempo se arruga y se pudre, quién soy yo para juzgarles si también estoy compuesta por huesos, músculos, nervios, pellejos, deshechos, calambrazos, pulsaciones, emociones.

Y luego está el otro tipo de persona que ha dejado de creer en el mundo, porque la Navidad le cala los huesos, porque el calor rehuye de su interior y la situación le asfixia el alma. El otro tipo de persona que mira desde la calle a través del cristal, como la gente ríe, grita, come, bebe, compra, consume. Esa clase de persona, que no mirarás de frente porque es Navidad, y en Navidad, solo importa tu felicidad y la de los tuyos.

Feliz Navidad, supongo.



martes, 11 de diciembre de 2012

Pearl Harbor III

Hemos luchado contra todo pronóstico, hemos luchado contra miles de ejércitos que intentaban acabar con nuestra Reina. Hemos luchado contra la depresión, las bajadas de tensión y la ansiedad, contra tus malos humos. Hemos luchado contra todo aquello que quiso destruir tu esperanza. Hemos luchado contra la estética, que te hizo llorar cuando te rapaste el pelo. Hemos luchado codo con codo hasta sudar todo el agua que bebimos antes de empezar. Hemos luchado hasta sangrar.
Yo soldado, he luchado hasta más allá del límite marcado, más allá de la línea que rodea el fin del mundo.
Nosotros soldados, hemos secado con nuestra piel tus lágrimas. Hemos acariciado tu dolor y hemos masajeado tu angustia transformándola casi, o por unos minutos, en satisfacción y alivio.
Hemos sangrado por ti. Y hemos llorado contigo.
Y nuestro corazón sigue latiendo sincronizando dicha lucha.
Pero con la última batalla, bajamos la guardia. Tremendo error que nos hunde en el agujero infinito de la enfermedad.
Caes al suelo, como a cámara lenta, y con nuestros escudos acolchados amortiguamos la caída.
"Otra vez, otra vez, otra vez, otra vez" Gritan en silencio nuestras bocas.
Lo pasamos muy mal. ¿Por qué otra vez? ¿Qué salió mal?
Se derrumba la ciudad donde vivíamos tranquilos, habíamos construido esa ciudad con las bases del amor y la esperanza, mezclado con un par de gramos de futuro, pero ¿Qué salió mal? ¿Se quemó el futuro?
A fuego lento tuvimos que soportar todo el dolor que vino de golpe y nos dio en la cara, a fuego lento tuvimos que soportar el dolor de las quemaduras que sufría nuestra piel cuando tus ojos lloraban.
A quemarropa nos disparó el destino, destrozando nuestro interior y sobretodo el tuyo que deambulaba por el sendero más oscuro buscando una salida iluminada con un cartel verde esmeralda.
Fuimos la base de tus alegrías y tu día a día, el amor paterno supo contener la marea negra que llegaría a nuestras costas, provocando una desolación que nadie podría reparar jamás.
Caías y no querías ayuda, porque sabías que tú sola podrías levantarte, sabías que eres fuerte y que ningún terremoto haría temblar tu alma de nuevo.
Caías al suelo con la palidez de tu piel y te sacábamos de aquel fango intentando que el Sol te diera otra oportunidad.
Creías que nos engañabas cuando sonreías diciendo que estabas bien, pero tus ojos brillantes delataban el miedo a perdernos. Sabíamos qué te pasaba en cualquier momento, nuestros genes hablaban entre ellos, comentaban que tu corazón soportaría otra descarga más. Las manos agarradas nos pasábamos la ayuda unos a otros hasta que llegaba a ti, reforzando tu armadura de mujer dura.
¡Pero tuvimos que bajar la guardia! ¡Cegarnos con el sol de la serenidad y dejar pasar el tiempo entre buenos momentos y barbacoas!
Y aquí estamos en primera línea otra vez, con las ballonetas cargadas, el uniforme a flor de piel y los escudos recién lavados y brillantes.
Esperamos noticias del enemigo. 
El jinete cabalga nervioso e inquieto alrededor de la primera línea, de un lado a otro, mira al frente, esperando ver en el horizonte a nuestros enemigos, que amenazantes se acercan.
Esta vez no será tan fácil, tenemos ya el cuerpo desgastado. Los huesos no son los que eran y casi agotamos toda nuestra energía en la anterior batalla.
Danos tus lágrimas y cargaremos las pilas, danos a entender que estás triste y nos arrancaremos la ira del pecho, lanzándola contra nuestros enemigos a modo de granada estallando sus putas líneas y su puto ejército.
Acabaremos de nuevo con ellos, masacrando a su pueblo y mutilando cada uno de sus miembros. Acabaremos de nuevo con ellos, dejando un rastro de sangre que nos conducirá de nuevo a aquella ciudad que construimos con la esperanza y el amor.

Dame tu mano, Siénteme, estamos aquí.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Tú correcaminos y yo esperando el bus.

Aprender a planchar el pasado, doblar correctamente el presente y evitar que se arrugue el futuro.
Pues me he quedado atrás, no sé planchar.  Me importan poco las arrugas y solo doblo los calcetines.
¿Es conducir mi vida al desastre si me dejo guiar por esa frase? El desastre siempre estará esperándote, hagas lo que hagas.
¿Un huevo frito para cenar? El desastre es que se te caiga la sartén con el aceite ardiendo en los brazos.
¿Haces la cama? El desastre es que puede darte el lumbago al agacharte a meter por dentro la sábana.
¿Cruzas la calle? El desastre puede ser plural, pero el más común es que te atropelle un autobús.
Hay tantos desastres y tantas desgracias que vas saltando de baldosa en baldosa para esquivarlas.
Ponen a prueba tu moral y cuando te preguntan que tal estás, no sabes qué contestar. "No siento nada" pensaba "Se habrá pasado el efecto" pensaba.
Pero como todo esto, y como hace un segundo, es pasado. "Pensaba" Acabo de pensar. Sigue ahí esa sensación de vacío sentimental y nostálgico, o es que simplemente está durmiendo para despertar al amanecer, o cuando suene su despertador.
Algo incómoda es esa sensación. No tienes el estómago en paz, ni la sangre fluye de arriba abajo sin evaporarse, no tienes la piel tranquila y mucho menos la serenidad te calma la cabeza.
El no sentir nada me pone inquieta, ¿Qué estará pasando? Esto no era antes así.
Quizás sin querer hemos pasado página y esta vez no nos hemos cortado el dedo con el afilado papel. También puede ser que de tanto emborronar la página y pintar encima, ya no hay rastro del primer escrito.
A lo mejor la tinta se ha traspasado a la última página del libro. Para dejar claro que el principio de un final siempre te estará torturando por los siglos de los siglos, amén.
Amén exclamaría yo si este libro de crónicas no me persiguiera eternamente.
Lo peor que al saber cómo es la estructura de mi cabeza, sabía que pasaría esto: vamos con retraso.
La imagen que me transmitía en directo mis ojos a mi cerebro queda grabada en el disco duro de mi memoria, y poco a poco, con el paso de los días, a medida que nos alejamos de esa imagen en directo más se repite la imagen grabada. Un poco nostálgico, agonizo.
No sé qué decir. No me sale ninguna frase coherente, ninguna pregunta que de verdad quiera hacer. Escojo el silencio y te escucho, y en la lejanía de aquella escena hay una película en mi cabeza casi en tonos sepia con algún efecto de película vieja, cuando bajaba aquellas escaleras. Flashback, dejavú, como quieran llamarlo.
El tiempo me avisa de que se acaba y no puedo hacer nada. Y sabía que pasaría. Predicción o rutina.
Como yo intuí, aquí estoy anhelando la pintura de mis paredes y el eco de nuestras voces juveniles. El rastro artístico cubre los papeles que un día llenaste con ilusión, y mi rastro donde estará, en la basura seguro que descansa, transformándose en algo más valioso que un simple dibujo asqueroso y mugriento.
Y toda la publicidad que me vendía tu ausencia, recorre las calles traspasando la pintura de las fachadas y saltando azoteas. Se cuela en las señales y renace con las tormentas. Tan bonita la imagen de una tormenta. Tan feroz y violento y tan hermoso y elegante a la vez. Eléctrico. Como nuestra piel.
Como se dice, ha llovido mucho desde entonces y ahora las tormentas me hacen daño. Activan el sensor de "Algo va mal" y me recuerda que no estoy del todo vacía.
¡Pero volviendo al vacío! ¿Qué puede haber más vacío que un estómago sin comida? ¿Un corazón sin nostalgia? Ahí me has pillado. Que me detengan si miento.

Voy a tomarme un chupito de jarabe, porque estoy tosiendo demasiado.

Como decía, ese vacío se hace notar en el presente. Ahora pasado. Y hoy, aquí mismo, se hace notar la ausencia de vacío. Es decir, que me conozco y sabía que pasaría. En efecto, aquella página del libro se ha calcado en la siguiente, he ido a pasar página confiadísima y  así ha pasado, que tengo un chichón en la frente enorme porque me he dado de bruces con ella. Los dientes hechos mierda y los dos ojos reventados. Tenía que haber frenado pero es que siempre me puede tu velocidad. Parece que soy adicta a tu rapidez, sencillez, a tu capacidad de huir sin dejar rastro.

Subimos ahora el contraste al máximo, y observamos una nueva sensación en este sujeto femenino.
Quizás sea el exceso de alcohol en la sangre, o el exceso de intentos de huida con éxito, la facilidad de irse sin decir ni pío, dejarnos colgados. Pero es que sin quererlo ni beberlo, allí estaban nuestros cuerpos fríos dándose empujones hacia los abismos urbanos. Al menos se nos calentaron las articulaciones a base de golpes.
Y después en la cama arropada con sábanas de dos brazos humanos, tenía la sensación de que era otra persona. Y me sentí bien.
¿Por qué? No entiendo la respuesta ni quiero saber la auténtica verdad.
Es todo tan lógico en este mundo paranoico que hasta la propia lógica se abre la cabeza contra los bordillos porque le parece razonable. ¿Tiene culpa ella de sufrir mis paranoias? ¿Y porqué se da cabezazos contra los bordillos?
Dejando esta reflexión atrás, la prueba de la moral ha sido superada. Estos días estará mi cabeza movidita por eso de los tsunamis, terremotos y más explosiones internas que dejaran un rastro nostálgico de lo que un día tuve, pero no es nada nuevo.
Quizás la única forma de pasar página y que no se calque en la siguiente es arrancar todas las hojas. Pero son infinitas. Y además, ¿Cómo recordaría después todos los capítulos de mi vida?



domingo, 25 de noviembre de 2012

All My Ex's Live In Texas

Las puntas de tus botas rebotaban en el parqué desgastado de aquel viejo tugurio. La música mezclaba nuestras ganas de beber con nuestras ganas de bailar y tú me sonreías a quemarropa. 
Aquel delantal recién lavado de camarera de bar de carretera y aquel don para escanciar el café. El olor a grasa impregnado en las paredes de nuestros pulmones, los sombreros cubriendo nuestras cabezas y las camisas a cuadros de dos colores. 
Sentía que en cualquier momento tu melena morena me iba a asfixiar con el perfume de tu champú y el embriagador olor de tu piel, puro jabón de flores, tan refinado, tan elegante, seductor. Tu cuerpo bailaba con gracia esa canción, yo desde la barra te dediqué el verso exacto en el que decía:
"Some folks think I'm hidin', Its been rumored that I died, But I'm alive and well in Tenesse"

El exceso de tequila en la sangre se hacia notar al andar, quizás serían los grados acumulados, pero tu falda cada vez se hacía más corta. La noche tan tranquila alejada de aquel bar. Maíz, kilómetros de maíz. Se movían las hojas como descubriendo un camino que nos dejaría en el abismo de la locura y la pasión. 
Mientras en nuestras bocas seguía sonando esa canción. 
La ropa desaparecía con cada paso y yo te perseguía. Me lanzaste tu camisa a cuadros de color malva y escuché tu risa perversa. 
Después de encontrarnos furtivamente en aquel campo de maíz llegó el alba con el canto del gallo, poniendo a tono el dolor de cabeza que se avecinaba. Tú dormías bajo tu camisa y casi abrazándome. Yo me desperezaba y me intentaba vestir en silencio. 
Desaparecí de allí sin dejar rastro. Atravesé el maíz pensando que amanecerías con el corazón roto y el orgullo quebrado. 

Estabas tan convencida de que el tequila me retendría, de que la jaula que me habías construido era suficiente. Tú y yo en un nido de amor sin salir, sin poder piar al alba de vez en cuando. 
Esta mente y este cuerpo no se fabricaron para estar encerrados tras las barrotes de una mujer guapa que insiste en tomar chupitos. Las promesas de una mujer, si desde el principio no están vacías, algún día lo estarán hasta que no signifiquen ya nada para el prometido. Y entonces pensarás, ¿Y todo el tiempo perdido?
Me calzé las botas y me puse el sombrero. Era hora de viajar, quizás a Tenesse. 

Y es que nena, All My Ex's Live In Texas.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Y tus labios me dicen..

La oscuridad que surge cuando nos abandona la luz del Sol, dejando entrar a escena a esa escéptica Luna, de ojos crueles y luz ambiental. Con todas sus farolas puestas en el cielo a cientos de kilómetros, contrastando con el brillo de tus ojos. Y tus labios me dicen: Vámonos. 
Y como si fuera una marioneta atravesamos la lluvia; esas gotas frías que se escurren por nuestra piel evaporándose en cada sonrisa y mirada. Y tus labios me dicen: ¡Corre, nos estamos mojando!
Y tu mano agarra la mía, y corremos hasta un soportal, pisando los charcos que reflejan nuestra carrera. Resguardadas de la fría lluvia el viento nos ataca por todos lados, congelando aún más nuestros huesos y vestimentas de invierno. Y tus labios me dicen: Que frío hace, maldito invierno. Y tus manos se restregan para coger calor. Miro fijamente tu piel, que tiembla, y te presto un poco de mi calor casi extinguido. Yo también tiemblo. Mis manos frías frotan tus ropajes, surgiendo un poco de calor que calma tus huesos.
Para pasar el tiempo, como si fuéramos todavía niñas, del vaho que salía de nuestras bocas simulábamos que era el humo de un tren que llegaba a la estación, o el humo de un fumador adicto.
Sentadas en el frío suelo decidiste acurrucarte entre mis piernas resguardándote del frío, y mis manos te rodearon para que no tuvieses más frío. Y tus labios me dicen: Me encanta que seas una estufa, dame calor.
Deja de llover y nos levantamos del suelo, recorremos las calles mojadas con el embriagador olor a húmedo sintiendo el viento fresco que pasa de ráfaga en ráfaga. Yo sigo a tus labios color carmín, y me recuerda a las leyendas de los marineros que no podían evitar escuchar el canto de las sirenas, y que hechizados, se tiraban al mar en su busca y morían ahogados en el fondo del mar. Pensé que los charcos que pisamos serían ese mar donde moriría ahogada por tu hechizo, que tus palabras serían el canto de sirena y tus labios el desencadenante de dicho hechizo.
Nos metimos por un callejón medio inundado sorteando los charcos más profundos. Y tus labios me dicen: Ojalá tuviese botas de agua para no mojarme los pies. Y mi cabeza pensaba en sirenas que cantaban mi perdición, dulce melodía que encadenaba mi razón a tu poder de manipulación. Seguías andando y llegamos hasta un portal, buscabas con prisa las llaves dentro de tu bolso y el cielo tronaba, anunciando de nuevo una tromba de agua. Y tus labios me dicen: Arriba estaremos más calentitas y al menos no nos lloverá encima. Te reíste. Y yo te contesté: Quizás acampe en frente de tu radiador. 
Abriste la puerta y subimos las escaleras, yo observaba los reflejos brillantes en la pared y el reflejo peligroso de tu falda; guardé en mi memoria el movimiento de tus piernas y tu cadera subiendo las escaleras, hipnotizante. Casi diabólico, erótico, sensual, elegante, suave, seductor.
Cruzamos la puerta y la soledad de su casa nos dio la bienvenida. Nunca había estado aquí antes, así que lo observo todo y cada objeto lo guardo en mi memoria. Amplio salón, elegante y pequeña cocina, puertas de habitaciones que se esconden por un largo pasillo. Todo parece estar en armonía, pintado con unos colores claros parecidos al trigo cuando ya está seco. Por las ventanas se ve y se escucha llover, el viento se golpea contra los cristales y el silbido que emerge de dicho golpe nos relaja.
Y tus labios me dicen: ¿Mucho mejor verdad? Tú como en tu casa.
Nos quitamos la ropa mojada y la pusimos a secar, las zapatillas dejaban huellas mojadas por todo el parqué y nuestro pelo goteaba. Me dejaste una camiseta roja, con varias flores moradas, que me quedaba un poco grande y un pantalón negro de estar por casa. Tú te pusiste una camiseta blanca enorme de tirantes, que más que una camiseta parecía un camisón; y unos pantalones verdes cortos. La calefacción poco a poco nos dejaba entrar en calor. Tiradas en el sofá escuchando de fondo la publicidad de la televisión  me fijé en como tus dedos desarmaban un pitillo, destripándolo y esparciéndolo en tu mano, quemando sobre él una peseta de hachís, burbujeante fue aplastado por tus dedos de pianista y se fusionaron sin dejar rastro uno del otro. Lo envolviste en papel de arroz, y mis pupilas se dilataron cuando con mucha sensualidad, chupaste el pegamento de aquel papel de arroz. De derecha a izquierda sin dejar el rastro de tus labios de carmín, cerraste el papel pegándolo a él mismo y sonreíste. Y tus labios me dicen: No está mal, y eso que tengo las manos mojadas. 
Y mis manos me susurraban: Acariciala. 
Miré a otro lado buscando la llama del mechero, dispuesta a darte fuego. Me miraste como encendía la llama y lo acercaba al pitillo que tenías en la boca. Sonó como quemases maderas, esos chispazos de las hogueras, y el humo empezó a huir despavorido hacia arriba inundando todo el salón.
Y tus labios me dicen: Puedes besarme si quieres, yo también quiero hacerlo. 
Y mi cabeza desconcertada no supo que hacer, reí, me arrasqué la cabeza, y finalmente la besé.
Me perdí en el paraíso de sus cabellos y en el eco de tus besos, mi piel temblaba a su lado y sus manos acariciaban mi espalda. El tiempo se consumía como aquel pitillo que dejamos descansar en el cenicero; la lluvia, celosa, nos observa por la ventana.
Besé cada rincón de su cuerpo y ella cerraba los ojos, acaricié hasta el último de sus miedos para calmarlos.
Y tus labios me dicen: Pierde tanto tiempo el ser humano en esperar.

jueves, 25 de octubre de 2012

¡Atención! ¡Romántico del siglo XIX!

De nuevo las manos manchadas de remordimientos, anhelo en el aroma de tu aliento, te pesan las pestañas ya que no soportan el peso de los sueños, los ojos rojos de tanto observar y recordar.
Tienes la cabeza frita de tanto pensar, tu boca reseca de cariño y tus oídos sordos del ruido de tu alrededor, tantas voces que hablan y no entendemos ni la mitad de la misa.
¿Y qué me dices de tus dedos? Acariciando la tristeza a través de cualquier instrumento musical, componiendo historias pasadas y descomponiendo su final feliz, traumatizando las notas, ahorcándolas en sus propias líneas del pentagrama.
Soledad que desciende de tu pelo durmiendo contigo en la almohada; ya no te persigue ni tu propia sombra cansada de andar siempre de noche.

Tonos bajos en la música de tus adentros, habla tu voz y que opine el corazón: guarda silencio.
Tu libertad de viaje y tu encerrada en la maleta, tu piel se retuerce y se desquebraja, partiéndose en pedazos de hielo cuando recuerda el murmullo de tu respiración.

¿Y tú futuro dónde está?

domingo, 21 de octubre de 2012

De casualidad encontré el Nirvana.

Las ventanas estaban cerradas y fuera la lluvia golpeaba la superficie asfaltada de la ciudad, derramando litros y litros de suciedad calle abajo. Los árboles se agitaban alocados desprendiendo sus preocupaciones en forma de hojas secas y dejando que el viento se las llevara.
Aquí dentro huele a café, y mis manos frías rodean la taza ardiente y humeante para entrar en calor. No hay nada como el cálido vapor que te derrite por dentro. Y entre la amargura del café y la dulzura del azúcar metí la cucharilla y empecé a remover. El primer sorbo me quemó los labios y alivió mi garganta.
El pijama, roído por el desgaste y manchado de manchas que nunca nadie sabrá de qué son dejaba entrar a los escalofríos que provocaban a mi piel de gallina.
Mis pies fríos se rozaron con las sábanas, metiéndose poco a poco debajo del nórdico. Los dos juntos se restregaban para darse calor mutuo, y pasados unos minutos entraron en calor.
Doblé la almohada por la mitad y la apoyé contra la pared, junto con el cojín, tumbándome encima.
Seguí sujetando la taza con una mano, y la otra empezó a rascarme la cabeza, pensativa; de fondo el sonido de la lluvia iba despareciendo y tan solo se oía el "clong,clong" de las gotas que caían en la trampa de la gravedad, precipitándose contra el suelo.
La luz triste de un día nublado no quería entrar por las cortinas, avergonzado, se quedo en el reflejo de mis ventanas. Se escuchaba el viento, que susurraba secretos entre corrientes y azotaba sin piedad los edificios de la ciudad.
El vapor de café huye de la taza, retorciéndose hacia arriba hasta desaparecer. Doy el último trago, más dulce que amargo, y dejo la taza en la mesilla.
Me sumerjo entre sábanas y el nórdico.
Ni rastro del sueño que anhelo desde hace un tiempo, dejo caer los párpados y éstos se resisten. Vuelta a la izquierda, y está frío. Después de contagiar mi calor a la tela me vuelvo al lado derecho, que está también frío. Vuelvo a darme la vuelta.
Giro la cabeza y entre sombras y luces frágiles y desamparadas se asoma el tímido tic tac del reloj. Las manecillas anuncian el insomnio una vez más en unos meses, unos años, casi media vida.
El silencio acaricia mi calor: ¿Tendrá miedo de soñar?

Cierro los ojos e invento sueños para distraerme de la preocupación que nace en mí al no ver venir nunca de vuelta el sueño. Y se escuchan pasos rápidos en la oscuridad de mis párpados, y después se vislumbra una imagen.
Caminaba rápido a un destino lejano a las afueras de mi entendimiento, el Sol en paro finalmente despedido por no alumbrar. Las nubes arropaban un cielo invernal, deseoso de hacernos tiritar.
Un reflejo rojo y la intuición en marcha quiso que el Capitán cambiara el rumbo y de repente, cambié el paso hacia otro lugar.
En medio de ese mar de dudas se me hundió el barco, y el tiempo, acostumbrado a pararse cuando menos lo necesitas ralentizó mi paso y los reflejos para hablar.
La lengua echa un nudo, temblando por sí el Capitán sacaba su espada y se ponía a acuchillar. ¿Y sí de repente empiezo a llover? ¿Y si el silencio seca mis pupilas y mi cuerpo cae al suelo?
Pero no ocurrió nada de eso. No sentí nada, excepto un pequeño temblor.
El adiós siempre ha sido un final seco, pero este pasó desapercibido, ni siquiera miró directamente. Siguió andando como si nada y yo noté mi caminar extraño.
Las piernas se entrelazaban y se escaqueaban de un paso normal y decisivo. Pensaba, ¿Seguro que nada?
Seguí andando rascándome la cabeza pensando en nada solo en caminar.

Abro los ojos.
Los pies otra vez fríos y el cuerpo temblando. Sudores fríos desembocando en escalofríos, anhelo el calor de la taza de café.
Comienza a llover y me doy  la vuelta, cierro los ojos.
No sentí nada, pero algo extraño pasa aquí dentro. ¿Temblará el Capitán también?

domingo, 14 de octubre de 2012

Esperan demasiado de nosotros.

Quisimos ser alguien en un mundo anónimo, castigado por el fuerte oleaje de las modas pasajeras. Quisimos ser felices en un mundo infectado de sonrisas falsas y puñaladas traperas. Quisimos ser tantas cosas que se nos olvidó ser nosotros mismos.
Ni siquiera el oxígeno que respiramos es real. Las agujas del tiempo deforman nuestra apariencia.
Convencidos de que la vida es eterna la muerte no nos asusta, pero allí está, en espera.
Los recuerdos de una niñez gris enterrados en el jardín bajo la tierra del dolor.
Háblame destino: ¿Qué vendrá tras muchas tragedias? ¿Y después de despertar de un sueño? ¿Lleva tu firma esta pesadilla?
Encerrados en este mundo vagando por bucles de carreteras desgastadas, ocupando pisos que después abandonaremos, irrumpiendo en vidas ajenas que después cobran sentido todos sus sentimientos.
¿A dónde vamos? ¿Durará la gasolina de este cuerpo tan mecánico todo el viaje?
¿Y qué hay de tu piel y la mía? Descomponiéndose en mil pedazos que devorará la tierra; seremos olvidados, a pesar, de que quisimos ser alguien. Empeñados en llegar a lo más alto llegamos al fin del mundo desnudos de experiencia. Tosemos sílabas que escupen frases constipadas de algún significado ronco, que te contagia fácilmente sin vacilar a tus defensas.
Y cuando las arrugas camuflen la belleza, ¿Dónde estarán nuestros sueños? ¿Hace cuánto huyeron? ¿Cuando los olvidamos? ¿Recuerdas cuando el mundo parecía nuestro? ¿Sigue siéndolo? 
Hormigas atrapadas en un mundo que superficialmente conocemos, rodeados de colmenas gigantes, desparasitando la verdad a duras penas.

El tiempo corre y las hojas otoñales caen lentamente y cuando llegan al suelo comienza el invierno.
Crudo invierno que congela nuestros corazones y cocina el rencor al fuego lento de algún barril de vagabundos callejero.
Y cuando perdonemos en primavera, las heridas se curarán en verano, tostando las lágrimas que se guardaron en invierno.

Quisimos ser diferentes, por el miedo a ser todos iguales. 
Quisimos ser lo más grande olvidando de dónde somos y de qué paste estamos hechos.
Quisimos ser lo que todo el mundo ansía; la felicidad, abrir la mano y que estuviera ahí; el dinero, meter la mano en el bolsillo y sentir su tacto.
¡Lo queremos todo! Y cuánto más tenemos más queremos sin darnos cuenta, de que lo único que necesitamos en realidad, es a nosotros mismos.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Me saqué el carné de conducir para recorrer tus curvas, tus desvíos, tus autopistas.

En la adictiva espiral del orgasmo, nos encontramos en el nivel del capricho. La ausencia de su grito y las miles de sensaciones que estallan a la vez en una zona muy usada de nuestro cuerpo empiezan a escasear en tiempos calientes. ¿Y en tiempos fríos? Cuando la piel se refugia en su propio calor. 
Las altas temperaturas que provoca el olor de una colonia, un músculo marcado, la insinuante camiseta o el apretado pantalón, la fiebre te sube si brilla su sonrisa. El simple olor de su piel o de su pelo, eriza la mente dejando el perfume de un beso en el aire, o la imaginación activa si quieres rejuntar su cuerpo con el tuyo. Arden las paredes de este mundo cuando vemos una falda corta seguidas de unas piernas largas y bonitas. Colores en los ojos que probablemente se crucen con los nuestros, y en un destello de agua y luz reavive un arco iris que desaparece cuando nos dejamos de mirar. 

Como ocurre con su espalda, era tan grande. La barba que ya es veterana en tu piel tiene un color marrón oscuro y tu pelo desaliñado, sembrando el caos en tu cabeza. Esas manos de dedos tan largos, esa sonrisa tan mortal y esa voz penetrante que tenía el poder de desmontar todos los engranajes de mi cuerpo.
Esos ojos marrones intensos, medio verdes pantano, transformando mi sangre en vapor.

¿Y qué me dices de esa melena morena? Color carbón pintando huellas en mi memoria dejando un suave aroma a arte, con un toque de limón. Su figura tan marcada, curvas peligrosas donde cualquiera puede volcar en la locura y no poder salir de allí jamás. Adicción a la suavidad de tu piel, fascinación por tu belleza interior.

El azul que baña tus ojos en una cara pueblerina me resultaba familiar. Quizás las cualidades físicas no encajaban del todo, y puede que no sea el prototipo de macho-men que toda mujer busca. Sin embargo, las segundas oportunidades suelen ser buenas. O eso dicen. Hablamos más del campo psicológico. La ironía seca, el humor que te dejaba pensar unos segundos. Gestos. Un roce y saltan chispas. Qué ojos más grandes. Que personalidad tan rica.

Orgasmo infinito en las espirales de su cabello rebotando en la pared como si fuera una pelota, haciendo sudar al tiempo en lugares rústicos o naturales. Donde el capricho nos reclamara. Besos carnosos de unos labios adictos a la hoguera de una pasión incontrolable. La ausencia de ropa y el fresco en nuestra piel entrando por la ventana. Caricias, miradas, descontrol. Se avergüenza la ninfomanía a nuestro lado.

Aquella rubia, de risa auténtica mirada profunda, embotellada en frasco pequeño y con una iluminación solar sobrenatural. Kilómetros de sensualidad que manchan su piel, dejando el rastro de provocación al pasar. Su locura curvilínea, como una eterna canción de seducción es su voz, y en cada nota una tilde picante. Tan tierna como el pan.

Y es que donde hubo fuego, quedan cenizas, y en esas cenizas se esconden más de un millón de brasas. Brasas que acabaran quemando mi interior si no las riego con agua, brasas que quizás se apaguen solas o sigan prendiendo el recuerdo de un tiempo mareado por la confusión. El tacto tan suave y liso de su pelo, la cara fina y las manos frías. Muy frías. Fumaré el vaho que sale de tus labios si quieres besarme, nos refugiamos en aquel rincón y nos damos calor. Las brasas saben más que yo de esto. Arden.

La lista de humanos orgásmicos es totalmente infinita, la adicción es infinita. Aunque la vida no sea infinita, ni la juventud ni la belleza, siempre quedará el recuerdo de un tiempo en el que las paredes ardían, la ropa sobraba, los besos calmaban. La sangre de las heridas está ya coagulada, las cicatrices con las que fardas ahora atraen. La experiencia nos avisa constantemente, pero, ¿Hay que hacerla caso siempre? 

lunes, 24 de septiembre de 2012

V de dolor.

Decían que la venganza se servía en un plato frío, pero nadie habló de su sabor. ¿Te rellena el hueco en el corazón? A todo esto, ¿Desapareció tu dolor? ¿Tu ira? ¿Tu rencor? ¿A qué sabe la venganza?
Plato frío de sensaciones, hueco de alegrías, plagado de ardientes deseos de muerte y destrucción. Amargo sabor, como el café sin azúcar, como cualquier nube que tapa el Sol en el reflejo de tus ojos.
Amargo por fuera, y vacío por dentro. Así es la venganza.
¿Y qué hemos ganado con ella?
Miles de pensamientos: Yo no soy así. 
Decían que hay que tener cuidado con la venganza, que no tiene fondo en el estómago de su adicción. Ella quiere más, y poco a poco te come el alma, por dentro hacia fuera. Y tu piel cae como si fueras desplumado, y tu rencor sigue ligado a las paredes internas de tu corazón.
¿Sientes paz al salpicarte de venganza y de dolor de los demás?
Hace tiempo que la paz se esfumó de tus dedos, huyendo despavorida lejos del odio. Hace tiempo que la paz no quiere verte; se fue gritando que no tenías remedio, que acabarías destruyéndote a ti mismo, que lo que te hacía falta era una página de un libro nuevo, sin pintar, sin escribir, totalmente para ti.
¿Y qué haces? Esperar medio año y que te escriba Hola. Escupiendo lágrimas en cada renglón, mezclando con tinta la sangre que envenena la serenidad de tu corazón.
Coge el bolígrafo y escribe: La Venganza es un plato que se sirve frío, a pesar de que nadie habló de su sabor, ya siento de nuevo el dolor; mas no puedo hacer nada, libérate, liberame, déjame respirar en esta atmósfera cargada de sentimientos plastificados. Quiero que algún día, el sabor amargo que ahora tiene mi sangre, cambie. 

Tu melena al viento no dice lo mismo, en esta habitación plagada de voces que juegan con el eco de su voz.
Calma, habla mi guitarra: Cierra los ojos y piensa en la desnudez del origen de este problema. 
Tranquila, te acuna mi guitarra: No tengas miedo, esta melodía fue creada para curar todo mal, secar lágrimas, olvidar recuerdos, besar heridas. 

Y en el último acorde siempre piensas: No es suficiente. 

martes, 11 de septiembre de 2012

Algo pasa con el diablo.

Por que antes de todo esto, crecían las flores cuando pasaba por tu calle. Eran flores malditas, plantas carnívoras, de esas que tienen mala espina, que no se dejan arrancar. Y yo seguía pasando entre esa flora tan oscura, y me dejaban pasar a través de callejones para atajar por las escurridizas calles del destino. Y no dejaban pasar el Sol. 
Algo pasa con el diablo, por que sus ojos ya no me observan cuando recorro la ciudad, los coches no intentan atropellarme, él ya no conduce esos coches. No veo fuego en las miradas de la gente, poseída por el Diablo. Ya no huelo el aroma a humo del infierno, ni a castigo infernal, ni a oscuridad eterna en noches de luna llena, sangre, y mordiscos. 
Ya no me busca las cosquillas bajo la falda. Algo pasa con el diablo, ¿Se ha vuelto manso? Ya no es el niño malo que solía ser. 
Tan rebelde y alocado, siempre dando órdenes a quien menos se lo merece. Tan injusto. 
Algo pasa con el diablo, ¿Ya no aguanta más el calor del Infierno? ¿O quizás se ha hartado de su rabo rojo y su tridente puntiagudo? 
¿Y qué hay de mis ojos? Color natural ante el mal, ni fuego ni agua, solo praderas donde puedes pasear, cambiando de escenario cuando pestañeo. 
Algo pasa con el diablo, ¿Ya no le gusta el cuero? ¿No nos quiere castigar? 
Y aquellas barbacoas de carne putrefacta de gente odiada en la Tierra que a veces hacíamos, las sobras a los perros, y la carne a sus familiares. ¿Sigue siendo igual de malo que antes?
Algo pasa con el diablo por que sus cuernos los encontré tirados y olvidados en la basura. ¿Quiere bajar del trono y ser normal? Algo pasa con el diablo, ¿Y todas las almas robadas? ¿Y mi alma? ¿Dónde están? 
Algo pasa con el diablo. 
El fuego que manipula ahora solo es la simple y triste llama del mechero que utiliza para encenderse los pitillos, y poco más. 
Y yo aquí, acumulando el fuego para nada, para mandarlo a un Infierno que ahora está congelado, para destruir una ciudad que no notará la ausencia del mal, para sembrar el kaos en tierras estériles donde solo crece la desesperación, riega el tiempo al aburrimiento y a la espera, de que den las primeras señales de vida el kaos que sembramos, y aquí sigo, metafóricamente mientras los árboles mudan las hojas y el viento desnuda la suciedad de la ciudad. 
Algo pasa con el diablo por que el cielo está muy azul. Y las nubes tienen miedo de gritar, y el Sol victorioso no quema las pupilas de los niños inocentes. 
¿Pero dónde está el Diablo? ¿Se ha marchado? ¿Sigue aquí? Escondido como un cobarde en su madriguera, refugiado bajo la manta piojosa de la locura, alumbrando con su triste mechero el castigo que el destino le puso. 
¿Y alguien nota la ausencia del Rey del Mal? 
Quizás yo sembré el kaos en tierras estériles, pero él sembró el Mal en cada persona que vio. 

Algo pasa con el Diablo, por que en las calles se oyen risas y no veo la sangre correr por las alcantarillas. 
¿El fin del mundo? Olvidado en la hueca cabeza del Diablo. ¿Se le ablandó el corazón? Más bien se le congeló. Tanto tiempo en el submundo, que en cuanto ve un copo de nieve se enamora. 
Blanca y perfecta, así es. 
Algo pasa con el Diablo, pues la música ya no atormenta a los vecinos ni a mis oídos. Las estrellas de cinco puntas han pasado de moda, rajarse las venas, beber sangre, meter fetos en formol. 

Algo pasa con el Diablo y yo sigo aquí regando el kaos que una vez sembramos. Me mintió, como embustero que es el Diablo, y no soy capaz de darme cuenta.

Feliz día del Kaos.

martes, 28 de agosto de 2012

Déjate llevar al ritmo del humo de mis pulmones.

Hay sensaciones que duran tan solo un segundo y crean un tsunami en el bello de tu piel, levantando pasiones por donde pasa. Hay sensaciones que duran dos segundos y provocan que nazcan otras sensaciones que desembocan en escalofríos. 
Hay sensaciones que duran minutos, como las malas sensaciones que te hacen pensar que algo no va a salir bien, o que va a salir genial, que no se pasan hasta que no ocurre lo que tiene que ocurrir. Que pase el tiempo.

Hay sensaciones, que duran más en la cabeza que en el cuerpo. Estas mariposas mareadas necesitan respirar, salir de mi estómago y tomar el aire. Este fuego necesita ser avivado, quizás esté a punto de consumirse. ¡Cuidado! ¡Podemos quemar el bosque si me besas bajo un muérdago! 

Las ganas que tienen estos dientes de agarrarte el cuello por banda, estas manos que luchan por arrastrarte a mis infiernos más calientes, esta piel, que se derrite ante la tuya, pegajosa, te hunde en el lodo, en el más profundo placer, este pelo que te enreda y te aprisiona para evitar que escapes.
Esa forma de reírse, mil demonios me llevaban, manantiales brotaban, mis ojos arden. 

Pásate el humo, y se erizaba la distancia, y el simple roce de los dedos provocaba que la luz de la calle parpadease; nuestras vestimentas intentan huir dejándonos al descubierto. Túmbate aquí, entre la lujuria y el vicio, entre el suelo y el cielo. 
¿No lees mis ojos? 
Deduce lo que digo en cada latido, cada pestañeo es una pista más. No queda mucho tiempo, se consume, en nuestros pulmones. 
¿Quieres ir más lejos? ¿Quieres llegar al fondo? ¿Quieres probar a qué sabe la locura juvenil? 

Viólame en aquella esquina, con la farola iluminando tal ritual erótico. Sobre aquel banco metálico, en aquel trozo de hierba, encima de ese capó, dentro de tu coche. 
En la parte de atrás del bar, en el baño de la discoteca, en la oscura carretera. 
La Luna llena es la excusa de los jóvenes, la excusa de los locos vicios, la excusa que provoca pasar del amor al sexo. No necesito esa excusa, no me importa que hoy no sea luna llena. 
Muérdeme y transformate conmigo, arráncate la camisa y yo te seguiré, deja que los dedos naveguen en busca de nuevos continentes.
Hazme sentir cuánto sabes. 
Pero no se lo digas a nadie. 
Tenemos de testigos a la noche y a nuestra ropa, lejos de nuestra lujuria que se quema como una mecha  de petardo y se derrite como una vela.

jueves, 19 de julio de 2012

Casanova Comercial.

Necesidades.
Una palabra que duele cuando la necesitas. Y cuando no la necesitas molesta.
Todo empieza metiéndose una semilla a germinar en la tierra seca. Se necesita una persona que cuide las plantas. Se necesita personas para recogerlas, cortarlas y venderlas. Se necesita que alguien las compre para poder seguir viviendo sin nutrición.
Si naces, necesitas a alguien para que ayude a tu madre a parir. Necesitas a alguien para que te limpie y te cuide, necesitas alguien que diseñe ropa para bebés y alguien para que lo venda. Necesitas dinero para comprarlo. Necesitas ser una mujer para parir y necesitas ser un hombre y tener una mujer para tener un hijo biológico.
Necesitas ser alguien en esta vida, por eso necesitas ir a un colegio, necesitas un profesor y un buen cerebro.
Necesitas tener cabeza para la lógica y arte con el pincel, necesitas un idioma para que te entiendan. Necesitas tener un corazón para quererlos y para que te quieran.
Si compras una casa, aparte de volver a necesitar dinero necesitas muebles, alguien que los fabrique y que los venda, y por supuesto alguien que te ayude a elegirlos.
Necesitas un millón de cosas que crees necesitar. Necesitas a alguien que te haga creer que las necesitas.
Necesitas beber agua, alguien que la descontamine y alguien que la venda. Y necesitas dinero para comprarla.
Necesitas unos zapatos nuevos para poder recorrer caminos. Necesitas un coche para no necesitar el transporte público. Necesitas alguien que construya los coches y otros para que los vendan.
Necesitas tener una buena imagen para conseguir un trabajo, por que lo necesitas. Necesitas tener un jefe para tener un trabajo y obtener dinero, por que necesitas el dinero para comprar todas esas cosas que necesitas y crees necesitar.
Necesitas de vez en cuando unas vacaciones, necesitas un lugar tranquilo que la madre Tierra por supuesto que te dará. Necesitas a personas que cuiden ese entorno para poder disfrutar de la tranquilidad.
Necesitas hablar, diferentes idiomas o uno solo para que te entiendan, por que necesitas comunicarte por que necesitas expresarte.
Necesitas abrazar, besar, reír. Y necesitas transmitir todo eso a otras personas que también lo necesitan.
Necesitas respirar y tu corazón necesitar latir. Necesitas salud y para eso una persona que te guíe en alimentación sana y sin colesterol.
Necesitas muchas cosas que se olvidan en un trastero con el tiempo.
Necesitas fumar por que un día tu cuerpo dijo que no quería separarse de él. Y para ello necesitas que varias personas planten tabaco, y una tabacalera lo produzca y lo venda.

Necesitamos creer tantas cosas que las verdaderas necesidades las olvidamos.
Necesitamos tantas necesidades que nos atrapan y engañan queriendo hacernos creer que necesitamos más.
Cuando solo necesitamos una cosa de verdad.

Vivir en paz.

viernes, 22 de junio de 2012

Mr. Valentín

Voy caminando por senderos de vida, carreteras de sangre, voy al centro de este cuerpo. Voy buscando la respuesta a todo esto; quién sabe si la hallaré o no. 
Atravieso a mi pequeño bombeador, y voy directo al problema. Delante de mí está el sabio. El que todo lo sabe y todo lo controla.
Dime gran sabio, ¿Cuál es el problema que tiene mi organismo contra mí? O simplemente ¿Qué es esto que tú y yo sentimos?
Pero no hay respuesta.  Hemos vuelto al principio. pero aún queda una oportunidad.
Veo desde aquí su resplandor rojo, poco a poco voy sintiendo su vida y su alegría. Cuánto más me acerco más oigo su cantar repetitivo, su canción a la vida. 
Estoy dentro, y ¿Ahora qué? Nunca antes había visitado este lugar. Me encuentro con pasillos del mismo color rojo que el bombeador, y para viajar más rápido me monto en un caballo blanco para dirigirme a él cara a cara.
He llegado.
No veo a nadie, esto está deshabitado, quién lo diría.
Pero empiezo a ver personas conocidas, pero están muy lejos. Y también la veo a ella, un poco más cerca.
¡Pero cerebro deja de pensar en el continuo "boom, boom" y formula tu pregunta!
Pero antes de poder hacer nada, mientras el bombeador cantaba su canción, una voz procedente de mi interior comenzó a decir:
"No preguntes, pues esa pregunta no tiene respuesta lógica. No huyas de tu destino, pues él ya te ha alcanzado. No intentes humillar al miedo, por que tú y yo sabemos que lo tienes. Tampoco contradigas a la verdad, porque te engañas a ti misma. ¿Qué te pasa? ¿Y tú me lo preguntas? Yo soy tú, y tú eres yo. Deberías saberlo, por mucho que lo niegues. Sabías que ese día llegaría, y ha llegado. Afróntalo, no sufras, me reconstruyo poco a poco con ayuda; no sufras. Vive. 
No tengas miedo, porque solo el cobarde lo tiene. Sé valiente y sigue hacia adelante. ¿Qué puedo decirte? Solo soy tu corazón, ese al que llamas bombeador, que nunca visitas porque tienes miedo a encontrarte contigo misma. Pero vivo contigo, no lo olvides, a mí nunca me engañarás."


¿Pero cómo? El amor es solo un sentimiento que te hace decir o escribir cursiladas; no existe, para mí no. Debe ser otra cosa, algo más importante.
¿Pero el qué? No tengo a nadie a quien preguntar. Me volveré loca buscando la respuesta, aunque la tenga delante y no quiera admitirlo.
Pensé que el amor sería como mariposas revoloteando en el estómago, como murciélagos alborotados dentro de una cueva con luz, un pétalo de rosa, del abrazo de una madre, de las risa de un bebé, de tener siempre los mofletes rojos, de decir cosas sin sentido mientras saltas de alegría. 
Pensé que sería eso. Estaba equivocada.
Nunca lo admitiré, pero no por miedo ni orgullo.
Simplemente por que no puedo. Porque sería un duro golpe para mi pensamiento sereno. Ahora no tan sereno.
Ahora que investigo más a fondo, he descubierto pequeñas cicatrices del tiempo. Pero no lo perderé, ahora no.
Porque da igual que el amor para mí sea como una vela apagada, como un espejismo, quimeras, incluso crueles pesadillas. Algo imposible de alcanzar, una canción borrada una lágrima seca, una sonrisa falsa, un empujón al vacío, ¡Nada!
Para mí eso es el amor, aunque trate de evitarlo por todos los medios y esta vez me haya pillado, aunque no lo admita. 
Seré así el resto de mi vida, pues esto nadie lo podrá cambiar. Qué más da si nadie me entiende, porque tú, Amor, no vencerás sobre mí, no me arrebatarás mi felicidad, no romperás mis sueños y algunas pesadillas, no me harás sonrojar si oigo hablar a los árboles, no me harás volar por las nubes, no me harás contemplar esos atardeceres de colores pastel, no intentarás juntarme con la soledad, y lo más importante, no me hundirás el espíritu. 
Esta carta es para ti, Amor, para que dejes de rondarme y torturarme. Ve a buscar a otra persona, manda a tus secuaces con arcos de oro a otro lugar.
Soy de hierro y no lo podrás remediar.


Que tengas un feliz San Valentín. 

miércoles, 13 de junio de 2012

Carta de despedida de un papel a unas tijeras.


No es más que mi piel tatuada con todo lo que te tengo que decir. Cada palabra es repasada y la tinta se desborda, mezclándose con la sangre que inunda mis poros. Solo soy un inocente papel blanco, donde podrían escribir historias de amor, coraje, miedo, acción, fantasía, cualquier cosa. A menuda me doblas las esquinas cuando estoy escrito, o me hacen una bola y me lanzan contra una papelera. 
He sido arrancado de la madre tierra, de todo lo que yo quise para vivir. Me cortaron y cortaron, y me exprimieron hasta convertirme en este invento industrial, sin color, ni corteza más gruesa que mi propia piel. La única defensa son mis bordes, transformándose en cuchillas si pasas el dedo con rapidez. 
Este color tan puro, no refleja nada. No dice nada. Estoy mudo con este color. Solo te da la oportunidad de mirar su pureza y mancharme con alguna salpicadura, con un derrame de tinta, con estas palabras.
Y entonces llegaste. 
Yo que te respeté cada vez que pasabas victoriosa, antes todas esas cartulinas heridas y mutiladas.
Yo que te saludé con miedo, cuando alzabas con simpatía tus aguijones. 
Tu instinto de viuda negra, cuchillas del infierno, temblaban los tacos de papeles al verte pasar. 
Sin darte cuenta nos dabas muerte a cada uno, tan frágiles. 
¡Cobarde cortante! Disfrutando de la masacre creabas figuras, y como si fueras a crear a Frankestein cada uno de nuestros trozos realizaba una composición. Y todo lo que sobraba lo tiras al olvido de una muerte más que no significa nada para ti. 
Para eso te crearon, para destruir. Y nosotros, tus víctimas no podemos defendernos de ti. 
Me siento muy mal, triste, avergonzado, melancólico, paranoico. Sé que en cualquier momento puede llegar mi final. No quiero ser cortado por la mitad, ni por una esquina, ni en cuadraditos ni como te de la gana. 
Soy tan frágil que casi no puedo moverme si no es por una fuerte brisa o un viento huracanado. 
Yo nací árbol y me convirtieron en esto. ¡En carne para tus cuchillas! 
Que alguien consiga doblarme hasta transformarme en un avión de papel, para volar sin que nadie me atrape. Que el timón sea la dirección por la que corre el viento desesperado y yo sea su simple sirvienta, una veleta, un perro faldero que le sigue a todas partes. 
¡Eh, niño! Juega conmigo y conviérteme en un barco de papel. Mi viaje no durará mucho pues mi propia piel se humedecerá y se inundará con el agua fría que toca mi casco. Y me hundiré en el fondo de cualquier charco, laguna, riachuelo que lleva a una alcantarilla o bajo las lágrimas del cielo que se funden con el agua del mar. Déjame ir. 
Solo quiero huir de tus garras. De tu poderío y tu prepotencia al tener el poder de quitar la vida u otorgar un segundo más de paz inquieta, donde no sabrás si serás ejecutado o perdonado por un minuto más.
Yo nací libre en una tierra fértil donde la esperanza brotaba a tu lado. Donde el viento no era tu guía sino un pasajero que preguntaba entre tus ramas a dónde ir.
Y aquí preso estoy, en estas cuatro paredes de este paquete ausente de color y vida. Debajo de mí hay muchos más papeles, dormidos, esperando la hora de su muerte. Y aquí estoy yo, el primero. Viéndote llegar.
Tus tenebrosas cuchillas brillan al sol y mi piel blanca reflecta toda esa luz. 
¿Es así como manda una señal la muerte? ¿Es así como aparece? ¿Con un resplandor blanco que identifica al asesino y su víctima? ¿Y nada más?
Me llevo tiempo escribirme en mi propia piel todo lo que quería hacer antes de ser asesinado. Pero a última hora cambio el guión. Con cada paso que das, segura de la atrocidad que vas a cometer conmigo,  dividiendo mi piel en cachitos y dejándolos caer en una simple papelera, me doy cuenta de lo que realmente tengo que hacer.
Una mano me agarra y me transporta hasta una superficie de madera. Coge a mi rival más temido y lo deja descansar a mi lado. La mano junto al cuerpo se va no sé donde. 

Aquí está el miedo que no me deja dormir por las noches. El susurro de un búho en mitad del bosque. La causa número uno de mi tembleque. Está a mi lado el monstruo que todo niño tiene y teme de pequeño. Sin protección, ni barreras, ni el destino de mi parte para que me salve de tal atrocidad.

Ahora es el momento de decirte, al oído de tu frío metal afilado que jamás llegué a imaginar que mi final sería un triste final. Al nacer árbol supe como moriría: siempre de pie.
Y ahora, casi en los huesos por no decir pellejos, con esta piel tan blanca y opaca, sin ningún saliente, una superficie virgen y perfecta, acabarás conmigo tan solo con dos movimientos de mano. Yo que en su día dí de respirar a la humanidad, darles un respiro en aquella alejada y tóxica ciudad, yo que en su día fui casa de todo tipo de aves y dí de comer a más de mil especies de insectos. Yo que tallé en mi árbol la dirección correcta, que mantuve la mirada al frente sin torcerme.  
Mírame ahora, tieso y temblando. 
Muero de tristeza cada vez que reflecto tu metal brillante. ¡Victoria! Pensarás. Yo lloro sin derramar lágrima alguna. 
¿Qué es lo que veo? 
Una ventana abierta y el viento soplando. Recorre mi cuerpo, me elevo un segundo. 
En el mismo instante en el que volé tan solo un segundo sentí su calor. 
El calor de aquella vela que perfumaba la habitación. 
Un poco más lejos de aquellas cuchillas del infierno allí estaba yo. Un soplo de viento más y no moriré. Moriré en paz. 
Atento miro a la ventana y las cortinas anuncian el siguiente vendaval. Aquí viene.
Me eleva. Siento toda la frescura del viento rozando mi superficie plana y blanca. Recuerdo cuando los árboles se movían a mi lado al compás del viento. Ese silbido...
Una de mis esquinas de uno de mis lados cae en la vela. 
Un hormigueo doloroso recorre rápido mi superficie. El humo sale de todas partes. 
Me devora. Muero en paz. 

Árbol fui y árbol seré, y ninguna cuchilla más cortará mi piel. 

miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Cómo se siente al ser una marioneta entre mis manos?

Intenta escapar en una red perfecta e invisible, donde no hay oportunidad ni salvación. Esa soy yo. 
Aquí estoy otra vez torturándote el alma, pisando tu tranquilidad. ¿Te molesto? No puedes escapar.
Como el espíritu traiciona, yo te libero.
¿Y tú, me liberas?
De esta carga tan injusta. 
De este día a día tan cutre.
De este año tan pesado y obeso, llenando cada espacio y esquina de desolación.
Acumulándose está mi paciencia, para reventarte la cara con ella.
¿Me liberas?
Yo te libero. 
¿Nos libera el recuerdo? ¿Y esa fina hierba? 
Y el tembleque que producía los calambres de placer al consumir tu piel. 
¿Me liberas? Yo te libero.
Deja que respire, aunque sea un segundo, este aire que me ha sido negado desde que nos asfixiamos.
Te dejo respirar, ¿Puedo respirar?
¿Puedo contemplar sin recordar paisajes que nunca llegaré a imaginar? ¿Me dejas?
Yo te libero, sin que me des permiso o los pidas por favor.
¿Me liberas? Todavía no.
El espectáculo es tan aburrido y sombrío que vamos a comenzar a soltar la artillería pesada. 
¿Artillería pesada? Pesada era la mañana que se torció una promesa y se transformó en un día que ya casi no recuerdo. 
En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero ni acordarme había un hombre liberándome. ¿Me liberas? Aún no.
Déjame ir. 
Escucha el susurro de la música, sientes como una fina brisa recorre tu cara aligerando la velocidad por tus mejillas, dejando elevar el casi invisible pelo que hay allí, se eleva en forma de escalofrío. 
Libérame. 
Date la vuelta, enséñame tu espalda. 
Montes, llanuras, sabanas, cualquier animal afortunado reposando en tus cálidas tierras.
Y bajo un árbol sigues sin liberarme. 
Y yo presa de esta brisa y esta hierba tan verde, escondida entre estos matorrales a espera de que vuelvas. Al acecho de tus caricias esperando el momento para arañarte. 
Ni siquiera sé si has cambiado de región. Tantos animales en este país y nadie quiere maullar conmigo. 
¿Me liberas? ¡Suéltame! 
Soy como un barco en medio del mar, con el ancla echada y la cubierta sin limpiar. No hay capitán ni tripulación, ni siquiera hay camarote donde sentarse a esperar. 
El bucle de la corriente del mar marea el barco, voy a vomitar todo lo que en su día no vomité. Libérame. 
Date la vuelta, enséñame tu coraza. 
¿Dónde está? ¿Has colgado los guantes? ¿No quieres luchar más? 
¡Suéltame! 
Tan solo el tutorial que nos dieron para atarnos los cordones era una trampa para atar nuestros pies a un camino predeterminado, y así no podré elegir qué camino tomar. 
No hay llaves, ni tampoco candado. No hay cuerdas ni cadenas. Ni grilletes ni mordazas, no hay barrotes ni claves de acceso, no hay cortafuegos ni contraseñas, no hay nada. 
Solo una mente perturbada y un recuerdo fijo. 
El parásito de un recuerdo que vive a mi costa, libérame de él.
¿Dónde están tus palabras? Emborrachándose con mi silencio, quebrado. 
¿Y tus caricias? Muriendo en otras pieles.
¿Y mis ojos? Contemplando la luz de la liberación que a continuación me transformará.
¿Oyes el eco? Se llama olvido. 
¿Oyes el silencio? Se llama olvido.
¿Oyes a la oscuridad? Se llama olvido. 


Tengo otros leones que alimentar en una sabana nueva, donde no hay sombras para descansar pero sí imaginación que transformar en ríos y montañas. Con mis dedos recorro su espalda; ¡Rápido a la cima! Dos pasos y ya estamos allí. 
Se ve todo su cuerpo entero. Y con la luna apoyada en marco de la ventana maullamos al anochecer. 
No me has liberado, pero la corbata ya no aprieta tanto.   
Y ahora rujo, maúllo y pío. Y también muerdo y araño. 


Muerdo, araño, y hago daño. 
Y ahora mi piel es venenosa, y te salen puntitos verdes si me tocas, y ahora mi lengua es adictiva como la nicotina ni mucho menos igual de perjudicial. 
Sigo en pie con mi coraza y mi melena de león. 
Aquí sigo tirando de este carro repleto de mierda, aquí sigo tirando de las horas del reloj y del día.


Aquí sigo maullando a la sombra de una luna nueva, maullando y esperando: mi liberación.
                                                  


Miau ~

















domingo, 27 de mayo de 2012

Para Año nuevo dejaré de dormir.

Primero piensa que está muy sola, en su propia cabeza, tan sola que ni ella misma se aguanta muy de vez en cuando. Pasado un rato se estudia en el espejo:
¿Qué soy? ¿Realmente soy de carne y hueso o es un truco más del espejo?
¿Qué clase de broma pesada es la vida?
Después la mente se formatea. ¿Qué más da? Total, solo somos el proceso lento de una muerte horrible que dejará lágrimas, corazones rotos y más mierdas que no me quedaré a ver en mi funeral.
Pero,¿Realmente es lo que queremos? ¿Qué hay de nuestros sueños? De nuestra vida cotidiana rodeada de improvistos y sorpresas.
Y no hablemos de la evaporación de la razón y la cordura cuando se levanta como alma en pena por las mañanas tardes.
Después pasado cierto tiempo olvido todo y lo escribe.
Escribe, escribe y escribe.
Y cuanto más escribe menos sentido le encuentra a todo.

domingo, 6 de mayo de 2012

Qué cojones hago aquí sentada.

¿Qué se siente? 

Cuando la arena del mar te traiciona y caes en un agujero, oscuro y húmedo, donde no puedes salir ni podrás jamás. 
Cuando ese agujero resulta que es tu tumba y tus sueños, ilusiones, sentimientos y más mierdas humanas se acaban. 
Cuando las lágrimas de tu alrededor arropan el día y te dicen Adiós. 
Cuando sus labios están calientes y los tuyos fríos, y no te besará más. 

¿Qué se siente? 

Cuando tu alma está rota y tu alrededor no lo ve. 
Cuando tu cabeza anda loca por las calles intentando escapar de tu cuerpo. 
Cuando la noche es tu día y el día tu noche. 
Cuando has visto que has perdido totalmente el control y la jugada, cuando has perdido todo lo que realmente tu carne humana anhelaba. 
Cuando el recuerdo estrangula tus pupilas, haciéndolas llorar. 

¿Qué se siente?

Cuando no estás ocupando su lugar. 
Cuando un brote de rencor crece en tu interior. 
Cuando te sientes inferior a la inferioridad. 
Cuando realmente ves como actúa la gente en su gran interpretación de la gran obra maestra de su vida.

¿Qué se siente? 

Cuando ya no sientes nada más. ¿Paz? 
Cuando has perdido los valores de tu vida y no recuerdas tus raíces. 
Cuando cambias el blanco y el negro por el gris. 
Cuando tus palabras no son escuchadas y solo es para ellos un ruido más de la calle. 

¿Qué se siente? 

Cuando has ganado y no tienes con quién celebrarlo. 
Cuando te han fallado todos un día importante. 
Cuando te decepcionan. 
Cuando gritas y aún así eres un eco más.

¿Qué se siente?

Cuando rompes un corazón.
¿Y cuando te rompen el tuyo?
Cuando pides disculpas con la cabeza baja. 
Cuando tus cejas no soportan el peso de tus ojos, inundados con lágrimas apunto de desbordarse.

¿Qué se siente? 

Cuando una sonrisa se rompe y se olvida.
Cuando un olor queda grabado en tu mente y algunas veces lo recuerdas.
Cuando un sitio era especial; sigue siendo especial.

¿Qué se siente?

Cuando entran en tu interior a destrozarlo todo, sea como sea. 
Cuando llega tú héroe y te recompone. 
Cuando no sabes qué decir.
Cuando no puedes decirlo. 
Cuando no puedes sentirlo. 

lunes, 23 de abril de 2012

La Crónica de la Búsqueda de la Virginidad.

Trata sobre la vida que escribe estas palabras en su ordenador. 
Es la crónica de la lluvia de ideas antes de plasmarlo en su blog:
¿Amor? Típico, ineficaz, pesado, pasteloso, que rima con asqueroso. ¿Amor a quién? A nadie y a todos. Amor descartado. 
¿Odio? Un tema demasiado extenso que cubre el mundo entero y nubla la coordinación cerebro-corazón. ¿Odio a quién? A nadie, como la soledad, a ti mismo, a todo en general. Tampoco hay que debatir que odiamos con detalle, como cuando suena la alarma durante 10 minutos incansables un lunes por la mañana. Odio descartado. 
¿ Lujuria? Bonita pregunta por que es primavera. Y como es primavera la sangre se me altera, pero hay tantos cuerpos en los que dejar la sensación de satisfacción que no hay párrafos suficientes para contarlos todos. Lujuria, descartada, de momento.
¿Pereza? Ella misma define su explicación. Pereza descartada. 
¿Envidia? Quizás en pequeños focos concentrada, al ver el arte como quieren reflejarlo y ver el mío y vomitar encima de las pinturas. Envidia descartada y apartada de mi arte, por si salpico. 
¿Soberbia? Una cosa que sobra en este mundo, le pegas una patada a una piedra, y ¡Oh! Una persona orgullosa que prefiere morir a decir perdón. Soberbia descartada. 

¿Aseinatos?, ¿Investigaciones?,¿Misterios?,¿Magia?, ¿Sueños?, ¿Dragones y Mazmorras? ¿Música?, ¿La muerte? 

Tantos temas que abarcar y tan poco flujo de imaginación. Esta es la crónica de la búsqueda del tema perfecto, con explanadas de párrafos donde cómodamente puedes sentarte sobre las palabras, escuchar sus tildes y sus comas, respirar en los puntos. 
¿Algún artista muerto últimamente, algún robo político más? ¿Más injusticia por parte del autor sobre sus personajes? ¿Liberar quizás al protagonista, y que cree sus propios cuentos? 
¿Torturar princesas encerradas en una torre sin internet ni cobertura? 
Esto es el siglo XXI, algo se tiene que iluminar en esta cabeza tan desordenada. 
¿Poemas? ¿De qué? ¿De la mar? ¿De la nostalgia y tristeza que siente la amada al ver partir a su marinero? ¿De las sirenas varadas? ¿De las maldiciones como el Kraken? ¿Tesoros ocultos? ¿El Titanic? ¿Las petroleras que destrozan el suelo marino en busca de petróleo? ¿Las especies marinas en peligro de extinción? ¿Los litros de semen que echan al mar las ballenas? ¿Lo mortíferas que pueden ser las olas? ¿O los bikinis cortos en tiempos veraniegos? 
¿Tu larga melena imaginaria al viento? ¿Tus andares bajo esa falda que insinúa sensualidad por todos tus poros? Quizás tus ganas de bailar. 
¿Cuántas veces parpadeamos al día? ¿Y en un año? 
Estadísticas que podría inventarme y engañaros. Pero ya hemos dicho antes que la Pereza estaba descartada. 
¿Y tus ojos? Un poema sobre ellos. 
¿¡Pero bueno y mis palabras donde están!? ¿Y mi imaginación? De fiesta seguro. 
¿Y el tabaco y el alcohol? ¿Una canción por tus vicios como yo? O quizás, ¿Una dedicatoria a la sangre de mis venas? 
Una entrada al vestíbulo de las drogas, con todo tipo de efectos psicológicos. Y un cerebro destrozado. 
Un chico que corre de noche: ¿Qué le persigue? ¿De qué huye? ¿Por qué corre? 
Un amanecer: Con ese rojo tan apasionado, digno de una mirada sin ojeras. ¿Por qué se esconde? Y ese gallo que le canta, como si estuviera enamorado de madrugar. 
Un sombrero que vuela perdido por la orilla del mar: ¿De quién es? ¿Hacía donde va? 
¿Las redes sociales? ¿Los pedófilos?  ¿Los artistas sobrevalorados como Picasso? 
¡El asco que me da este mundo! Pero eso, ya lo hemos escrito antes. 
Necesitamos algo más innovador, algo que no se haya visto todavía, que esté virgen, como cuando Cristobal Colón llegó a América y lo destruyó todo. 
¿Las grandes voces de algunas cantantes? ¿La música? 
Todo tema ha sido exprimido hasta no echar más gota. 
¿El agua? Escasa y fresca, y nada más. 
¿El cine? Las opiniones como el culo, todos tenemos una. 
¿Los olvidos, los recuerdos? ¿Los sinónimos y los antónimos? ¿El oxígeno? ¿El agujero apocalíptico de la atmósfera? 
¿Las muertes tontas? ¿El dinero? ¿Los alimentos? ¿Las marcas? 
¿Los antiguos amores? ¿La infancia? ¿Las bicicletas? ¿Los calcetines que llevas puestos? ¿Los mordiscos? ¿Las borracheras? ¿Las caídas? ¿La auténtica amistad? 

La lluvia de ideas en forma de gotitas de esperma resbalando en la pantalla, mientras una página de porno sigue la función sexual. Pero ya hemos dicho que la Lujuria estaba descartada. 
¿El talento en la calle? ¿Mi angustia existencial? ¿Los tatuajes? ¿Las fotografías? ¿Los corazones rotos? ¿Los choques entre dos personas que se miran y se acuerdan el uno del otro todo el día? 
¿Las teclas del piano y las cuerdas de una guitarra? ¿Las sombras del callejón de tu casa?
Las escaleras que subes hacia lo más alto. Tu mascota. Tu vida. Tus sentimientos. 
Pero ya hemos dicho que el odio y el amor estaban descartados. 
¿La Paz Interior? ¿La Reencarnación? ¿La Religión? ¿Dios? ¿La Virgen? 
Pues prefiero que me coman el coño a que me coman la cabeza. Pero ya hemos dicho que la Lujuria está descartada.  
¿Un adiós? ¿Dos mentiras? ¿Tres ilusiones? ¿Cuatro decepciones? ¿Más esperanza? 
¿Desastres mundiales? Errores que jamás hemos de volver a cometer. Hiroshima. 
¿Las ideologías? ¿El escaso conocimiento del mundo exterior? ¿Las ganas de viajar? ¿El sueño de volar? ¿El frío que tienen tus pies en mi cama? ¿La fiebre del fútbol? ¿Alguna tontería? ¿La estúpida división del mundo y la egocéntrica idea de la diferencia de color? ¿La donación de órganos? 
Un libro que se abre y está en blanco: mi diario. Esta crónica. 
El eco que transporta un grito desde muy lejos: el miedo al terror. 

¿El crecimiento de la hierba en época de cosecha? ¿El arco iris y su entrada triunfal? ¿Pagar por todo? ¿Otro párrafo más vacío y sin sentido? 

Un vaso lleno de kalimotxo que reposa sobre la hierba y una china entre manos. 
¿Otra crónica pendiente de un papel de liar y un mechero? 
¿Otra noche sin dormir y sin soñar? ¿Otra camiseta que echas a lavar? Otra camiseta que te la pones sin planchar. 
¿Cómo pagar la casa? ¿La familia? ¿La historia de tus apellidos? ¿La importancia de la lealtad de tu misma sangre y el dolor de la traición hacia la misma? 

Última gotita de la naranja, no podemos exprimir más. Último zumo de naranja que exprimimos.
¿El apocalipsis? ¿La radio? ¿Las casualidades? ¿La televisión? ¿La Química? ¿Los médicos que se creen Dioses y los Reyes que se caen por las esquinas? 
¿Los escándalos? ¿Las desgracias ajenas que nos importan poco a no ser que salgan en televisión? 
¿Los hipócritas? ¿Las lágrimas que se resbalan? ¿El dolor de pies tras subir a unos tacones de vértigo? ¿El planchado diario de tu pelo y su tortura diaria? ¿El dolor de garganta? ¿Las revistas en las que nunca saldré? ¿Los libros que nunca escribiré? ¿Los cómics que nunca publicaré? ¿Los labios que nunca besaré? ¿Las personas que nunca conoceré? ¿La comida que nunca comeré? ¿El agua que nunca beberé? ¿La pintura con la que nunca volveré a pintar? ¿Las risas que nunca escucharé? ¿El mundo que quizás se me escape a conocer? Mi opinión aplastada contra el suelo por tu ideología. 
¿La búsqueda de la Felicidad? 

Aquí termina, de momento, la crónica de la búsqueda de un tema virgen, donde nadie ha pisado aún. Esperando quizás a que pisen y prueben sus montañas cómodamente. 

Ruegos y Preguntas después de la función. Aunque ya hayamos dicho que la soberbia está descartada. 


domingo, 22 de abril de 2012

Vals Excéntrico.

  

Se coloco los cascos, y en medio de aquel callejón tan abandonado, bailó como nunca había bailado.
Movía su cuerpo, poseído por la melodía, sus articulaciones volaban.
Los movimientos, realizados con fuerza, dejaban K.O. al viento que por allí soplaba. 
Su cadera, tan fina y sensual convertida en una serpiente que vaga por un árbol a sus anchas. 
Cogió el botón del volumen, más alto. 
Y en el tercer giro, ampliando su pista de baile, pisando charcos y suciedad, allí estaba. 
Pause. 
-¿Qué haces aquí? 
-Observar como bailas. Yo también tengo cascos. 
-Push The Tempo, Push the Tempo. 
-Push The Tempo. 
Play. 
Los dos cuerpos poseídos bailaban pegados con el tiempo, deslizando el sentimiento por los dedos; pasando el ritmo de sus pies a los de él. 
Bailaron como nunca habían bailado antes. 

miércoles, 18 de abril de 2012

A todos los corazones que dejaron de latir un 6 de abril.

No es la primera vez que no sé como empezar a arrancar las palabras para construir un escrito a partir de un sentimiento, del miedo o de un recuerdo. 
No es la primera vez que he pensado que debía dedicar este día a este texto. 


Parece que aún fue ayer cuando la tierra se partió en tres mitades y el cielo se volvió oscuro y frío. 
Tu cerebro piensa que fue ayer, pero el corazón lleva la cuenta de los días que ya no estás.
Parece que aún fue ayer.
Parece que aún fue ayer cuando te acaricié la cabeza con gracia, parece que aún fue ayer cuando estabas sentado en la hierba, tomando el sol, exhibiendo tu cuerpo flaco. 
Parece que aún fue ayer cuando llevabas aquel gorro barriero y te hice una foto. 


Hay tantos recuerdos que parecen que pasaron ayer que tengo que mirar el calendario una y otra vez para comprobarlo. Son fechas que se han grabado con fuego y con dolor. 
Dolor de mi alrededor, el olor a humedad por todas las lágrimas que han salido mientras te soñaban y te recordaban nubla este día tan soleado. 
Nadie es consciente de lo que tiene hasta que lo pierde, pero ellos, ellos sí sabían lo que tenían. 


Siento impotencia al no poder hacer nada, por no poder reanimar su vitalidad. 
Poco a poco lo van consiguiendo, un pequeño paso para ellos y un gran respiro para su sufrimiento interior. 


Todavía recuerdo las noticias recientes, lo que sentí al oírlo, la piel de gallina y el eco de tu risa.
Todavía me acuerdo el viaje en autobús en tu busca, todos esos baches y mis ganas de vomitar.
Y jugándonos la vida cruzamos la carretera, ten cuidado que vienen muchos coches, no quisiera que os pasara nada. 
Y en aquel lugar tan lúgubre, tan gris y metálico, con el eco de miles de llantos como banda sonora entramos en silencio y con el corazón en un puño. 
Vemos la catástrofe de lejos, que viene cubierta de lágrimas y con un pañuelo ya muy usado. Otro corazón roto en pedazos. Lo siento. 
Seguimos andando, buscándote. 
"Yo solo quiero que esto sea una broma y que aparezcas detrás de mí, haciéndote el gracioso" Pensaban nuestros interiores y decían nuestras bocas temblorosas. 


Allí estaba esa puerta, tan marrón y seria anunciando un desorden sentimental. 
Los pasos al ritmo del corazón, cada vez más cortos e intensos, inestables, nerviosos, indefensos sin su caparazón. 
Y en una sala tan pequeña no cabía un dolor tan grande. 
Allí estaba la abuela, sentada en un sillón pequeño y negro para la ocasión, con los ojos encharcados y sin una razón de por qué te fuiste. 
Y las mitades de tu familia tiradas por el suelo, sin consuelo alguno, arrastrándose por una oportunidad más. 
Haré un trato con Satanás si te deja regresar, por favor, háblame... 


Y en ese caos tan triste allí estabas tú, tras ese cristal tan fino; casi podíamos tocarte. 
Se empañaba el cristal al querer mirarte más cerca.
Y todas esas flores, acompañando tu última cama. 
Saltaban las lágrimas y bailaban con la muerte, allí presente, y la tristeza acariciaba nuestro pelo, y el recuerdo cerraba nuestros ojos y agachamos la cabeza rendidas. 
La mano en el cristal, y la lágrima cristalina y pura reflejando aquella misma imagen. 
"Todavía sigo pensando que es una broma, y que eres un cabrón por hacernos esta broma" 


Corre el tiempo dentro del reloj, cansando las agujas del reloj, y nuestros ojos vacíos y secos se vuelven a llenar de ti. 
Es como si un gran cuchillo nos hubiera partido por la mitad, como una continua angustia, el aliento de la muerte detrás de la oreja. 


Inquieta sigo mirando tras ese cristal, todavía no he sentido como resbalan las lágrimas, tan frías y sinceras, dolorosas. Pienso en lo que fuiste, y en lo que pasará ahora. 
Pienso en toda esa gente que realmente no encontrará una salida clara sin tu ayuda, que no verá la luz sin tu sonrisa, que no volverá a sentir la verdadera felicidad si no la comparten contigo. 
Sigo en aquel sillón negro sentada, observando a tu abuela. 
"Qué bueno era" Un alma más cae en la trampa del llanto y de la angustia. 


No entendía como no podía sentir. ¡Estás allí, inerte! Encerrado en esa caja de madera a oscuras, ¿Me oyes? Estoy aquí no te vayas, no nos destroces, quédate...
"Todavía pienso que cogerá su guitarra y se pondrá a cantar" 
Pero la música murió contigo, y el fuego quemó tus melodías, y las cenizas son notas que rasgan la piel y destrozan el acero de esta coraza. 
"¿Por qué?" Es lo que pensaba. "Solo dime, por qué." 
Tú ahí y yo aquí, y este cristal y esta vida en medio de nosotros, en medio de todos. 
¿Y qué sentiste? 
El viento. 
¿Y después? 
La muerte. Y nada más. 


Cuando la trágica mañana se había consumido entre canuto y canuto, mi alrededor lloraba. 
"Tranquila, no llores más" 
Una frase totalmente inútil que solo te auto-convence de que debes mantener tu serenidad para consolar a los demás, para darles lo que necesitan en ese momento, ánimos. 
La estrujé entre mis brazos, canuto a canuto, recordándote. 
¿Y ahora qué? El mundo se cae en picado hacia el lodo solo para unos pocos, se hunde, se está ahogando, ¿Y tú que sientes? "¿Por qué? Solo dime, por qué" "Tú ahí y yo aquí" 
"Todavía estoy pensando que es una broma, sal de dónde estés" 




Abro el grifo y empieza a caer el agua a gotitas. 
El agua fría congela mi pelo y se escurre por todo mi cuerpo hasta perderse por el desagüe. 
"¿Por qué?" Solo dímelo. 
Cierro los ojos y recuerdo el último día que te ví:
Sentado en aquel muro, con el pelo recién rapado, y yo te tocaba la cabeza con gracia. 
Echándole los trastos a mi amiga, qué pícaro. 
Y cuando descubrimos que hacíamos los canutos igual de torcidos los dos. ¡Era un don! 
Y aquel tatuaje en la oreja, siempre pensé que lloraste de dolor pero nunca me atreví a preguntar. 
Me reía en mis adentros cuando me mirabas y hacías de rabiar a alguien. 


Se corta la imagen de golpe y el agua me quema. 
Me he escurrido del dolor al quemarme con el agua y en posición fetal me beso las rodillas. 
"¿Por qué? Solo dímelo" 
Ahora empiezo a sentir. Todo viene de golpe como si fuera un alud de nieve. 
Aquí viene, agárrate. 


Golpes en los azulejos, el vapor oculta la ira. 
"¿POR QUÉ? ¡Solo dímelo!" 
¿Por qué has destruido la vida de tanta gente? 
No puedes, no. 
Las lágrimas cierran el telón. 


Se corta el recuerdo y aparezco en otro día. El día que le ví a él, con las gafas de sol y la cresta de luto. Sin dudarlo salí del instituto y corrí, crucé la calle, tiré la mochila y y exprimí su cuerpo en un abrazo de más de 1 minuto. Siénteme, estoy aquí si me necesitas. Creí que me derrumbaba por un momento, pero su mano me agarro y correspondió el abrazo. 
El silencio nos envolvió, no dije nada, él tampoco, no necesita decir nada, solo sentir. 
Y después de aquel momento eterno, le miré a los ojos, escondidos bajo esas ojeras y aquella tristeza y le sonreí, pensé que no iba a poder, pero devolvió la sonrisa y entre dientes un gracias. 
Pensé que me derrumbaba pero su mano agarro mi hombro y lo reprimí todo hacia dentro. 


Y también mis chicas rubias, destrozadas por la tragedia. Mis compañeras y compañeros, amigos de amigos, conocidos, destrozados. 
Las noticias vuelan y no te aterrizan en la verdad. 
Crecen los rumores y se clavan como lanzas, como una patada en la boca del estómago, una patada en los cojones, unas ganas de coger un cuchillo de carnicero y rajarle la yugular mientras su mejor amigo observa que va a ser el siguiente. Y las bromas, con un bate con clavos callaría las bromas. 


Hasta la Primavera te echa de menos. 


Todavía recuerdo lo feliz que estabas con aquella entrada para tú último concierto. 
Todavía recuerdo tu cuerpo flaco y tus dados colgando, tatuados en el pecho, en el lado del corazón. 
Recuerdo tu diamante rojo, y tu clave de sol en la oreja, que siempre pensé que lloraste al hacértelo pero nunca me atreví a preguntar. También recuerdo el nombre de tus guitarras y sus imágenes, impregnadas de tinta en tu espalda. 
Y aquel gorro barriero, y esa barba que bien te quedaba. 
Recuerdo el don que teníamos. 


Pero mi angustia no se compara con el dolor de tus almas gemelas, que ahora vagan sin ti superándolo cueste lo que cueste. Y aquí estoy yo, echando una mano y una costilla. 




Parece que aún fue ayer ese jueves tan trágico, tan negro, tan lúgubre e inerte. 
Un jueves donde dejaron de latir demasiados corazones que no se lo merecían; como el tuyo. 


"Me noto apagao, a oscuras..." 
"Todavía sigo pensando que esto es una broma y eres un cabrón por gastarnos esta broma tan pesada"


Hasta Siempre y Feliz Cumpleaños. L.    



miércoles, 11 de abril de 2012

Agujas del Reloj.

Cuando se debilita, decimos que está perdiendo vida.
Cuando el tiempo pasa, decimos que éste nos curarás las heridas, cosiéndolas con con paciencia. 
Pero un corazón dolido jamás olvida el llanto de su latido. ¿Y qué hacemos con cada recuerdo? ¿Qué hacemos con cada diente de esa sonrisa? Y las caricias, malvadas, traicioneras, tan agradables en aquel momento y tan rotas y vacías ahora. 
Las imágenes del recuerdo se proyectan en las paredes de tu habitación y en tu cabeza, el sonido de su voz, y en tus labios el recuerdo de su sabor. Su tacto y el tuyo quemando la piel, las tardes y noches donde la ropa descansaba sin cubrir nuestros cuerpos. 
¿¡Qué hacemos con tanto dolor!? 
El tiempo no me cierra las heridas a pesar de perder un siglo esperándote, observando como tu figura estaba ausente entre tanta gente. 


Y un día apareció la aguja; una aguja que cosería de nuevo mi vida y cerraría mis heridas.
Una aguja de fuego que con sus manos derretiría el hielo y la escarcha del sentimiento de amor.
Una aguja que apareció de repente en mi vida de pajar, e iluminándola el Sol con su reflejo iluminó mi alma. 


Y tu recuerdo se borraba de las paredes. Como si fueran costras el dolor se desprendía del corazón.
La liberación con cada caricia hace que las tuyas desaparezcan más deprisa que un papel consumiéndose en el fuego.


Pasa el tiempo y no nos damos cuenta.
Algunas veces paso por algunos sitios y sin querer nos veo. Tomando el Sol de nuestra alegría.
Y se cae el telón. Comienza la función:
"El hijo se rompe, se desquebraja, y como una presa abierta sangra el corazón. Tu puta ausencia vuelve a rellenar con dolor mi vacío. No pienses más, pasa de largo y sigue andando".


Bésale, con aguja y cordel, vuelve a coser la herida abierta y no sangres más.
Coge tu nueva aguja y teje tu nuevo destino.
Entierra la espada, inunda el vacío, no le contestes al silencio. 
Abrázale y róbale el calor, que te pida más y tú se lo des. Siente su mirada en tus profundidades, y caóticamente, que caigan las ruinas en tu interior. 
Construye con mejores cimientos tu resistencia, educa a tu debilidad, pisa sobre sólido y no sobre mojado. 


Cuando se debilita, decimos que está perdiendo vida, y tú las ganas con cada recuerdo derruido. 
Haz que note tu ausencia, que sea él el que tenga plasmado tu recuerdo en sus paredes, que cargue él con las cadenas, que se de cuenta de la guerra que ha perdido. 
Eres la Reina de tu cuerpo, Princesa de tus deseos, Capitana de tu destino. 
Aquí y ahora coge el timón, navega al fin del mundo para tirarlo todo por la borda. Deja que se hunda mientras le miras fijamente, siente la liberación, la ausencia de nostalgia. 
Deja que tus lágrimas se fundan con el agua del mar, y que la sal escueza en sus heridas.
Coge la aguja otra vez y cose en tu coraza una cremallera.
Abre y cierra cuando quieras. Deja entrar y salir el calor que quieres sentir.


Desabróchame la camisa, bésame, hazme el amor, cúrame las heridas.

martes, 27 de marzo de 2012

Tómate esto y esto y esto y esto y esto y esto y esto y esto y esto y esto...

Caes de rodillas y el mundo gira ante tus ojos, rodeándote como lo haría tu madre con una manta si tuvieses frío. Tus manos agarran la poca serenidad que queda en tu ser, y la temperatura sobrepasa tu termómetro. El asfalto quebrado intenta narrarte las calamidades que ha sufrido y el aire que respira huye de ti, intentando no envenenarte. 
Cada parte de tu cuerpo es frágil, complicada de recuperar. No es tan fácil como cuando sin querer rompías un jarrón y con disimulo lo pegabas con superglue, reconciliando sonrisas y reparando el dolor causado. 
Has pensado muchas veces en qué pasaría si estuvieras más de 2 horas allí de rodillas, en esa carretera tan desquebrajada y llena de descerebrados. 
¿Huir a dónde? ¿Qué clase de lugar sería seguro si ni siquiera confiamos en nosotros mismos? 
Tú cuerpo y tú mente, tú templo. 
Repasa lo sucedido, ¿Hay alguien más a quien quieras salvar? ¿Comprendes ya que un humano no puede ser un superhéroe y un superhéroe no podrá ser un humano corriente? 
Vagan los virus tóxicos por mi interior, metiendo mi salud entre panes, dándose festines con mis defensas, violando mis resistencias. 


Y aquí estamos en primera línea, por que alguien nos mandó esta posición. 
Bombardeos, metrallas, muerte, sangre, vómitos, sudor, siguen cayendo como moscas. Y aquí dentro no sale el Sol. Sangra nuestro interior y no lo puedo controlar. 
¡Envíen refuerzos a morir por nosotros mientras disfrutamos de este vino tan exquisito! 
Y siguen cayendo como moscas, están débiles. 
Tan débiles, que no soportan las ráfagas de viento que susurran la derrota. Y caen, y siguen cayendo.
Tú cuerpo débil y tú mente enferma, tu templo se parte por la mitad. 
Y todo esto retorciéndote de dolor en tu cama de agua, a 39º tu mente como el calentamiento global más y más. E intentas caminar y es inútil, ¿Por qué no lo dejas ya? Te vas a caer, te vas a desmayar.


Querías sentir brisa y la brisa te dejó plantada, no quería saber nada de ti cuando abriste la ventana.
Querías beber agua y ésta se secaba antes de tocar tus labios.
Querías frío y lo único que te dieron fueron escalofríos.


Tú cuerpo una hoguera y tú mente un infierno, tu templo apocalíptico. 




El dolor como la muerte, siempre están ahí.

lunes, 20 de febrero de 2012

Profundidades.

Tengo que huir. Ya sea volando por la ventana, bajando a las mugrientas alcantarillas o explotando en la tierra. Esconderme en cualquier sombra que no ilumine una puta farola. Dejar de respirar cuando pases a mi lado, para que no me escuches y pases de largo. Tengo que huir. Lejos o cerca. Mis piernas quieren correr y el alma torturada que hay dentro de mí tiran de las cadenas. Tenían que ahogarme las palabras para huir, tenían que inundarme las lluvias para poder huir. Tenía que tocar y sentir el extremo para correr en dirección contraria. Me quemo con fuego y derrito con hielo. Pero yo tenía que correr en una dirección que no estaba muy clara.
Yo, yo, yo y más yo. ¿Algún pensamiento más egocéntrico que ese? Tenía que huir de la mente que me poseía y controlaba. ¿Pero cómo? Si ni durmiendo soy libre.
¿Cómo huir de una cárcel que has creado para ti? Sellando tus puntos débiles y marcándolos a fuego. Ni siquiera te concentras durante un minuto en otra cosa que no sea en los problemas de tu mente. Te torturas con tu propia voz y ni siquiera tienes la llave para abrir los grilletes.
Pero tenía que seguir corriendo hacia ningún lugar, aunque solo fuera mentalmente. Tenía que sentir el cansancio en sus huesos para saber lo que era realmente el dolor. Tenían que llamarla fea para que se viese realmente guapa en el espejo.
¿Y si el espejo me miente? Últimamente mi alrededor está plastificado. Asfixiado en sus propias mentiras y excusas, en su tiempo perdido y en mi tiempo malgastado. No me importa, yo tenía que seguir huyendo.
Huir de un asesino que te persigue día y noche, ¿Dónde te escondes en mitad de un desierto? Sabiendo que bajo la arena te espera una muerte segura y venenosa.
Me siento una niña pequeña, con tantas preguntas inéditas y tan pocas respuestas. ¿Respuestas de qué? De todo en general. ¿Por qué esto? ¿Por qué lo otro? Imagínatelo.
Lo imbécil que pareces llorando frente a un espejo, ¿Te quieres ir? Vete y no vuelvas. Total me sirves de poco.
Somos cadáveres putrefactos, hijos de una tierra muerta. Hablamos y enlazamos palabras con significados huecos, vacíos. Miradas opacas que no dejan ver sus auténticas intenciones. Estás solo realmente a pesar de sentirte arropado por el amor y el cariño, quizás no lo verás ahora, pero eres tú el que se pudre en un ataúd, eres tú el que sufre el dolor de vivir y el que la disfruta, eres tú el que enferma y se cura. Eres tú el que llora frente a ese espejo y el que ve sus ilusiones rotas junto con ese trozo de cristal manchado de sangre, tú sangre. 

Pero tranquilidad, que esto nadie lo entiende por muchas veces que se lo expliques. Da igual todas las líneas de colores que hagas señalando las zonas importantes del esquema, da igual que pongas puntos 1), 2) o 3).
Quizás es que tu mente los sobrestima.
La culpa es tuya, por haber nacido. Y por tocar esos acordes tan tristes. La culpa es tuya por mirar el mundo con los ojos ciegos. Por oír el latir de tu corazón y no compartirlo con el mundo. La culpa es tuya, por callarte las palabras que escalan por tu garganta. Por no gritar para que te hagan caso. La culpa es tuya por haber crecido en un mundo de dragones escupe-fuego. La culpa es tuya por creer en sus máscaras y por respirar el aire que respiras.
Siempre he intentado repartir el mundo para cada persona. Regalar ríos de recuerdos agradables, que naden por la corriente sus sonrisas, sin miedo a hundirse o a no saber nadar.
Siempre he intentado contagiar el aroma de mi risa, como una cura, en sus vidas atormentadas. He intentado iluminar sus sótanos y desatascar sus tuberías atascadas. Casi siempre lo he conseguido.
Pero el vaso tiene un nuevo fondo, y el agua no lo rellena del todo.
El no puedo anula al no me sale. ¿Y si no me sale de dentro de donde va a salir?
Acostumbras al cuerpo a callar y cuando quieres decir el silencio es lo único que narra. Desquiciante.
La culpa es mía por no darme cuenta de en qué momento me dejó de importar, si pensaba realmente que podía vivir en un mundo normal siendo así. La culpa es mía por todo y por nada.
¿Quién ha roto el ordenador? He sido yo, aunque no lo fuera.
¿Quién le ha quitado las pilas al mando? No he tocado el mando en semanas, pero he sido yo.
¿Quién ha tirado el agua del pájaro al suelo? No llego a la jaula, pero he sido yo.
La culpa de todo es de todos, aunque solo le caiga el marrón a una sola persona.

Mente se pregunta que estás haciendo. Si realmente tiene ella la culpa o tú por hacerla pensar. Ella piensa que eres egoísta, y que no la dejas descansar, y que encima de no poder dormir por las noches por tus caprichosos sueños, le echas las culpas de tus desgracias y desquiciamientos. ¿Realmente se lo merece?
¡No le eches la culpa a la pobre muchacha por tu avanzada angustia existencial!
Eres tan cruel que ni tú misma te perdonas. Solo tienes que hablar con ella, piensa en todo lo que piensas. Piensa si merece la pena realmente. ¿No obtienes respuesta? Rodéala.

Te daré un consejo: afloja tus cadenas y vuelve a respirar. Si solo quieres salir de tu trampa es más fácil que ir pa' casa, solo tienes que salir por la puerta. 


Las cosas más difíciles siempre han sido tu fuerte, siempre has querido demostrar tu fuerza y te has puesto retos que quizás si no los superabas te hubieses hundido. ¿Y te hundes ante una puerta de plástico? De verdad que no entiendo lo que está ocurriendo, no entiendo estos altibajos, estos baches, estos agujeros negros que absorben tu energía y te dejan seca y sin luz. No entiendo por que miras el espejo y deseas ser el reflejo y no el cuerpo que se mira en él. ¿Qué tripa se te ha roto? ¿Qué cicatriz se te ha abierto? ¿Qué fuga interior está desinflando tu vida?  Vives en un laberinto donde el principio y el final solo te devuelven al mismo sitio, un bucle muy peligroso que puede acabar en una tragedia tan grande como la muerte. ¿Qué peor tragedia para tu vida que esa?

Debería darte un tortazo, o dos, y recordarte que vives hoy y no en mañana o en ayer. Debería darte un tortazo para hacerte olvidar el sonido del reloj. Debería darte dos buenas ostias y hacerte olvidar lo peligrosa que es la vida, lo frágil que es el cuerpo humano, lo cerca que está la muerte, expectante de tus acciones.
No serviría de nada. La violencia no sirve para nada más que para más violencia.
Tus estúpidas obsesiones van a acabar con tu vida.

Y vas a tocar las campanas antes de que el reloj anuncie tu hora.