Parpadeos fugaces

domingo, 15 de febrero de 2015

El silencio que no contesta y la mente que no podía parar de pensar.

El silencio que dejas, insoportable.
El vacío se vuelve involuntario y más que nunca desolador. A veces navego en la calma, en la profunda idea de que la lluvia no duele sino te moja por dentro, pero me has calado hasta los huesos.

Yo las aguantaba ¿sabes? Intentaba que no escaparan, para no provocar el derrumbamiento de todo lo que te llevas sin incluir este silencio, de nuevo insoportable.
Intentaba por todos los medios, retenerlas, en las orillas, prudentes y frágiles y que en cualquier segundo, entre tu mirada y la mía, podrían desprenderse.
Intenté, sin éxito, que no te preocuparas.
Pero es que he sido incapaz.

Incapaz de contener lo que se me venia encima, lo que pasaba entre las dos mitades que separaban aquel cristal. Así es, irremediable, incontenible, ni siquiera haciendo el mayor esfuerzo apretando con fuerza todos los músculos de la cara.
'Déjalas ir' pensé '¿Y yo?' seguía pensando '¿Yo no puedo ir?'

De nuevo el silencio entre lecturas de labios, suspiros largos y profundos, parpadeos interrumpidos.
Recordé que le empujé para que se fuera, ahora me arrepiento. Un beso más, solo uno. Me arrepiento de ese beso no dado y su eco me estalla por dentro.
Intento contener los arreglos de sastre que has cosido, a las heridas de guerra que me dejas al volver de nuevo la tregua. Siento como se resquebraja todo, como si el fin del mundo hubiera decidido buscar el caos perfecto dentro de mi cuerpo.

No falta mucho para que mis fuerzas flaqueen, la tristeza tiene ese don particular de tocarte en la fibra exacta cuando menos lo necesitas. Mi boca gritando auxilio, mi pecho justicia y mis ojos...mis ojos simplemente te piden que no te vayas.

Pero no es más que polvo el deseo de retenerte, que mezclado con las palabras que gesticulas, se hace bola en mi garganta y me cuesta hasta respirar.
Cuando la cuenta atrás llega a cero y las orillas están a punto de desbordarse, pienso que ya no las quiero conmigo, que porque debo retenerlas cuando se pueden marchar contigo y caen como cualquier piedra caería por un barranco aferrándose a la gravedad, caen como si fuera lluvia.
Y sé que, en contra de tu voluntad y la mía, cedo ante la situación. Destinados a arrancarnos las mitades cuando se nos pega la piel, uno al otro, continuamente, sin quererlo pero sabiendo que tendremos que hacerlo aunque duela y queme.
Me escuece el alma y por eso llora, escondiéndose avergonzada.
'Maldita sea' pienso: Maldita sea eso que tienes, que todo lo que tocas lo conviertes en arma de recuerdo donde en mi mente, se refugia un cachito de ti, personificando tu cuerpo en imagen HD.
Maldita sea eso que tienes, que desprendes por tus ojos, que me hacen sentir más frágil que la porcelana.

Te vas, y yo caminando me encuentro con todos los sitios que frecuentamos, y simplemente cae la lluvia que una vez hiciste que me calara en los huesos.