Parpadeos fugaces

martes, 11 de septiembre de 2012

Algo pasa con el diablo.

Por que antes de todo esto, crecían las flores cuando pasaba por tu calle. Eran flores malditas, plantas carnívoras, de esas que tienen mala espina, que no se dejan arrancar. Y yo seguía pasando entre esa flora tan oscura, y me dejaban pasar a través de callejones para atajar por las escurridizas calles del destino. Y no dejaban pasar el Sol. 
Algo pasa con el diablo, por que sus ojos ya no me observan cuando recorro la ciudad, los coches no intentan atropellarme, él ya no conduce esos coches. No veo fuego en las miradas de la gente, poseída por el Diablo. Ya no huelo el aroma a humo del infierno, ni a castigo infernal, ni a oscuridad eterna en noches de luna llena, sangre, y mordiscos. 
Ya no me busca las cosquillas bajo la falda. Algo pasa con el diablo, ¿Se ha vuelto manso? Ya no es el niño malo que solía ser. 
Tan rebelde y alocado, siempre dando órdenes a quien menos se lo merece. Tan injusto. 
Algo pasa con el diablo, ¿Ya no aguanta más el calor del Infierno? ¿O quizás se ha hartado de su rabo rojo y su tridente puntiagudo? 
¿Y qué hay de mis ojos? Color natural ante el mal, ni fuego ni agua, solo praderas donde puedes pasear, cambiando de escenario cuando pestañeo. 
Algo pasa con el diablo, ¿Ya no le gusta el cuero? ¿No nos quiere castigar? 
Y aquellas barbacoas de carne putrefacta de gente odiada en la Tierra que a veces hacíamos, las sobras a los perros, y la carne a sus familiares. ¿Sigue siendo igual de malo que antes?
Algo pasa con el diablo por que sus cuernos los encontré tirados y olvidados en la basura. ¿Quiere bajar del trono y ser normal? Algo pasa con el diablo, ¿Y todas las almas robadas? ¿Y mi alma? ¿Dónde están? 
Algo pasa con el diablo. 
El fuego que manipula ahora solo es la simple y triste llama del mechero que utiliza para encenderse los pitillos, y poco más. 
Y yo aquí, acumulando el fuego para nada, para mandarlo a un Infierno que ahora está congelado, para destruir una ciudad que no notará la ausencia del mal, para sembrar el kaos en tierras estériles donde solo crece la desesperación, riega el tiempo al aburrimiento y a la espera, de que den las primeras señales de vida el kaos que sembramos, y aquí sigo, metafóricamente mientras los árboles mudan las hojas y el viento desnuda la suciedad de la ciudad. 
Algo pasa con el diablo por que el cielo está muy azul. Y las nubes tienen miedo de gritar, y el Sol victorioso no quema las pupilas de los niños inocentes. 
¿Pero dónde está el Diablo? ¿Se ha marchado? ¿Sigue aquí? Escondido como un cobarde en su madriguera, refugiado bajo la manta piojosa de la locura, alumbrando con su triste mechero el castigo que el destino le puso. 
¿Y alguien nota la ausencia del Rey del Mal? 
Quizás yo sembré el kaos en tierras estériles, pero él sembró el Mal en cada persona que vio. 

Algo pasa con el Diablo, por que en las calles se oyen risas y no veo la sangre correr por las alcantarillas. 
¿El fin del mundo? Olvidado en la hueca cabeza del Diablo. ¿Se le ablandó el corazón? Más bien se le congeló. Tanto tiempo en el submundo, que en cuanto ve un copo de nieve se enamora. 
Blanca y perfecta, así es. 
Algo pasa con el Diablo, pues la música ya no atormenta a los vecinos ni a mis oídos. Las estrellas de cinco puntas han pasado de moda, rajarse las venas, beber sangre, meter fetos en formol. 

Algo pasa con el Diablo y yo sigo aquí regando el kaos que una vez sembramos. Me mintió, como embustero que es el Diablo, y no soy capaz de darme cuenta.

Feliz día del Kaos.

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