Parpadeos fugaces

lunes, 24 de septiembre de 2012

V de dolor.

Decían que la venganza se servía en un plato frío, pero nadie habló de su sabor. ¿Te rellena el hueco en el corazón? A todo esto, ¿Desapareció tu dolor? ¿Tu ira? ¿Tu rencor? ¿A qué sabe la venganza?
Plato frío de sensaciones, hueco de alegrías, plagado de ardientes deseos de muerte y destrucción. Amargo sabor, como el café sin azúcar, como cualquier nube que tapa el Sol en el reflejo de tus ojos.
Amargo por fuera, y vacío por dentro. Así es la venganza.
¿Y qué hemos ganado con ella?
Miles de pensamientos: Yo no soy así. 
Decían que hay que tener cuidado con la venganza, que no tiene fondo en el estómago de su adicción. Ella quiere más, y poco a poco te come el alma, por dentro hacia fuera. Y tu piel cae como si fueras desplumado, y tu rencor sigue ligado a las paredes internas de tu corazón.
¿Sientes paz al salpicarte de venganza y de dolor de los demás?
Hace tiempo que la paz se esfumó de tus dedos, huyendo despavorida lejos del odio. Hace tiempo que la paz no quiere verte; se fue gritando que no tenías remedio, que acabarías destruyéndote a ti mismo, que lo que te hacía falta era una página de un libro nuevo, sin pintar, sin escribir, totalmente para ti.
¿Y qué haces? Esperar medio año y que te escriba Hola. Escupiendo lágrimas en cada renglón, mezclando con tinta la sangre que envenena la serenidad de tu corazón.
Coge el bolígrafo y escribe: La Venganza es un plato que se sirve frío, a pesar de que nadie habló de su sabor, ya siento de nuevo el dolor; mas no puedo hacer nada, libérate, liberame, déjame respirar en esta atmósfera cargada de sentimientos plastificados. Quiero que algún día, el sabor amargo que ahora tiene mi sangre, cambie. 

Tu melena al viento no dice lo mismo, en esta habitación plagada de voces que juegan con el eco de su voz.
Calma, habla mi guitarra: Cierra los ojos y piensa en la desnudez del origen de este problema. 
Tranquila, te acuna mi guitarra: No tengas miedo, esta melodía fue creada para curar todo mal, secar lágrimas, olvidar recuerdos, besar heridas. 

Y en el último acorde siempre piensas: No es suficiente. 

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