Parpadeos fugaces

jueves, 25 de octubre de 2012

¡Atención! ¡Romántico del siglo XIX!

De nuevo las manos manchadas de remordimientos, anhelo en el aroma de tu aliento, te pesan las pestañas ya que no soportan el peso de los sueños, los ojos rojos de tanto observar y recordar.
Tienes la cabeza frita de tanto pensar, tu boca reseca de cariño y tus oídos sordos del ruido de tu alrededor, tantas voces que hablan y no entendemos ni la mitad de la misa.
¿Y qué me dices de tus dedos? Acariciando la tristeza a través de cualquier instrumento musical, componiendo historias pasadas y descomponiendo su final feliz, traumatizando las notas, ahorcándolas en sus propias líneas del pentagrama.
Soledad que desciende de tu pelo durmiendo contigo en la almohada; ya no te persigue ni tu propia sombra cansada de andar siempre de noche.

Tonos bajos en la música de tus adentros, habla tu voz y que opine el corazón: guarda silencio.
Tu libertad de viaje y tu encerrada en la maleta, tu piel se retuerce y se desquebraja, partiéndose en pedazos de hielo cuando recuerda el murmullo de tu respiración.

¿Y tú futuro dónde está?

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