Parpadeos fugaces

domingo, 14 de octubre de 2012

Esperan demasiado de nosotros.

Quisimos ser alguien en un mundo anónimo, castigado por el fuerte oleaje de las modas pasajeras. Quisimos ser felices en un mundo infectado de sonrisas falsas y puñaladas traperas. Quisimos ser tantas cosas que se nos olvidó ser nosotros mismos.
Ni siquiera el oxígeno que respiramos es real. Las agujas del tiempo deforman nuestra apariencia.
Convencidos de que la vida es eterna la muerte no nos asusta, pero allí está, en espera.
Los recuerdos de una niñez gris enterrados en el jardín bajo la tierra del dolor.
Háblame destino: ¿Qué vendrá tras muchas tragedias? ¿Y después de despertar de un sueño? ¿Lleva tu firma esta pesadilla?
Encerrados en este mundo vagando por bucles de carreteras desgastadas, ocupando pisos que después abandonaremos, irrumpiendo en vidas ajenas que después cobran sentido todos sus sentimientos.
¿A dónde vamos? ¿Durará la gasolina de este cuerpo tan mecánico todo el viaje?
¿Y qué hay de tu piel y la mía? Descomponiéndose en mil pedazos que devorará la tierra; seremos olvidados, a pesar, de que quisimos ser alguien. Empeñados en llegar a lo más alto llegamos al fin del mundo desnudos de experiencia. Tosemos sílabas que escupen frases constipadas de algún significado ronco, que te contagia fácilmente sin vacilar a tus defensas.
Y cuando las arrugas camuflen la belleza, ¿Dónde estarán nuestros sueños? ¿Hace cuánto huyeron? ¿Cuando los olvidamos? ¿Recuerdas cuando el mundo parecía nuestro? ¿Sigue siéndolo? 
Hormigas atrapadas en un mundo que superficialmente conocemos, rodeados de colmenas gigantes, desparasitando la verdad a duras penas.

El tiempo corre y las hojas otoñales caen lentamente y cuando llegan al suelo comienza el invierno.
Crudo invierno que congela nuestros corazones y cocina el rencor al fuego lento de algún barril de vagabundos callejero.
Y cuando perdonemos en primavera, las heridas se curarán en verano, tostando las lágrimas que se guardaron en invierno.

Quisimos ser diferentes, por el miedo a ser todos iguales. 
Quisimos ser lo más grande olvidando de dónde somos y de qué paste estamos hechos.
Quisimos ser lo que todo el mundo ansía; la felicidad, abrir la mano y que estuviera ahí; el dinero, meter la mano en el bolsillo y sentir su tacto.
¡Lo queremos todo! Y cuánto más tenemos más queremos sin darnos cuenta, de que lo único que necesitamos en realidad, es a nosotros mismos.

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