Parpadeos fugaces

miércoles, 11 de abril de 2012

Agujas del Reloj.

Cuando se debilita, decimos que está perdiendo vida.
Cuando el tiempo pasa, decimos que éste nos curarás las heridas, cosiéndolas con con paciencia. 
Pero un corazón dolido jamás olvida el llanto de su latido. ¿Y qué hacemos con cada recuerdo? ¿Qué hacemos con cada diente de esa sonrisa? Y las caricias, malvadas, traicioneras, tan agradables en aquel momento y tan rotas y vacías ahora. 
Las imágenes del recuerdo se proyectan en las paredes de tu habitación y en tu cabeza, el sonido de su voz, y en tus labios el recuerdo de su sabor. Su tacto y el tuyo quemando la piel, las tardes y noches donde la ropa descansaba sin cubrir nuestros cuerpos. 
¿¡Qué hacemos con tanto dolor!? 
El tiempo no me cierra las heridas a pesar de perder un siglo esperándote, observando como tu figura estaba ausente entre tanta gente. 


Y un día apareció la aguja; una aguja que cosería de nuevo mi vida y cerraría mis heridas.
Una aguja de fuego que con sus manos derretiría el hielo y la escarcha del sentimiento de amor.
Una aguja que apareció de repente en mi vida de pajar, e iluminándola el Sol con su reflejo iluminó mi alma. 


Y tu recuerdo se borraba de las paredes. Como si fueran costras el dolor se desprendía del corazón.
La liberación con cada caricia hace que las tuyas desaparezcan más deprisa que un papel consumiéndose en el fuego.


Pasa el tiempo y no nos damos cuenta.
Algunas veces paso por algunos sitios y sin querer nos veo. Tomando el Sol de nuestra alegría.
Y se cae el telón. Comienza la función:
"El hijo se rompe, se desquebraja, y como una presa abierta sangra el corazón. Tu puta ausencia vuelve a rellenar con dolor mi vacío. No pienses más, pasa de largo y sigue andando".


Bésale, con aguja y cordel, vuelve a coser la herida abierta y no sangres más.
Coge tu nueva aguja y teje tu nuevo destino.
Entierra la espada, inunda el vacío, no le contestes al silencio. 
Abrázale y róbale el calor, que te pida más y tú se lo des. Siente su mirada en tus profundidades, y caóticamente, que caigan las ruinas en tu interior. 
Construye con mejores cimientos tu resistencia, educa a tu debilidad, pisa sobre sólido y no sobre mojado. 


Cuando se debilita, decimos que está perdiendo vida, y tú las ganas con cada recuerdo derruido. 
Haz que note tu ausencia, que sea él el que tenga plasmado tu recuerdo en sus paredes, que cargue él con las cadenas, que se de cuenta de la guerra que ha perdido. 
Eres la Reina de tu cuerpo, Princesa de tus deseos, Capitana de tu destino. 
Aquí y ahora coge el timón, navega al fin del mundo para tirarlo todo por la borda. Deja que se hunda mientras le miras fijamente, siente la liberación, la ausencia de nostalgia. 
Deja que tus lágrimas se fundan con el agua del mar, y que la sal escueza en sus heridas.
Coge la aguja otra vez y cose en tu coraza una cremallera.
Abre y cierra cuando quieras. Deja entrar y salir el calor que quieres sentir.


Desabróchame la camisa, bésame, hazme el amor, cúrame las heridas.

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