Parpadeos fugaces

viernes, 6 de enero de 2017

¿Cuándo te has convertido en destrucción?

Miente el sueño cuando dice que descansa, el silencio cuando dice que calla y aguarda, miente el viento cuando dice que despeja, cuando la lluvia dice que limpia y renueva, miente el Sol cuando dice que alumbra y calienta.
¿Mienten los ojos cuando escupen palabras?

Miente el tacto cuando dice que agarra, miente el oído cuando dice que escucha y el olfato cuando dice que inhala.
¿Miente el alma cuando dice que llora?

Mienten las palabras, obligadas a reunirse, a formar.
Mienten los gestos, los sonidos, mienten los colores, miente la ciudad.
Mientes tú y tu compañero y todos los tatuajes que entre los dos suméis.
Mienten los labios que dejan escapar verdades a medias con forma de media luna, miente su eco y también miente el olor de su aliento.
¿Miente la propia verdad?

Miente el cuerpo a la mente cuando resiste, y la mente al cuerpo cuando lucha. Y todas esas mentiras queman la piel.
Tapan a medias los párpados, la tristeza en los ojos, mientras el sujeto duerme perdido en un sueño profundo y oscuro que apenas recordará cuando despierte.

Miento cuando me quiero dejar caer. De golpe.
Miento y no lo puedo evitar, porque la verdad me irrita, me hace temblar, me produce ansiedad.
"Mañana será mejor"
Y respiro y bebo mentiras, y como mierda que me nubla la vista y me distrae.

Me dice el cuerpo que resiste, que yo aguante que él me sigue, que consiga convencerme de que lo contrario sería sumergirme en la cara fea de la verdad más negra. Que resista, resiste, que no hace falta bailar todas las noches con la sombra de la Muerte.
Que no hace falta que me mienta, que sueñe sin miedo a no recordar lo soñado, que espere en silencio al viento que despeja, que bajo la lluvia renueve mis pasos de baile y limpie mi ansiedad.

Me dice la mente que no aguanta la presión, que yo aguante que ella me sigue, que cada tres días limpie la mirada con lágrimas de algodón y así ella podrá aliviar su opresión.
Que dice que bombea por alguien, no por ella, que disimula por alguien, no por ella, que sonríe, siente y respira por otra persona que no es ella.

La noche recubre a medias el sueño interrumpido entre las sábanas.
Otra noche de mentiras, ella también miente cuando dice que acuna, que no le gusta ser un regalo. Que ella no es propiedad de nadie.
Las estrellas también mienten cuando dicen que no mueren, y la oscuridad, en silencio, aguarda la mentira en las sombras.

No me encuentro y no es mentira, solo estoy agusto en el calor de sus pupilas.
¿Cuándo se me ha roto la orientación? ¿Cuándo me he perdido tanto? ¿Dónde me he perdido?
¿En la mentira del bienestar? ¿O en la mentira del optimismo? ¿En la verdad? ¿O en los continuos bailes con la Muerte?
Quizás me desorienté al dar tantas vueltas, al cruzar los límites de la esperanza, en pensar demasiado.

Me anudé al cuello la promesa de dormir bien, de recordar todos los sueños, de que cuerpo y mente se equilibran solas, como la noche y el día. Y no es así.
Y ahora con poco menos de nada me ahogo y no sé salir del vaso que me hunde.
Cuerpo sale a caminar, en contra de Mente, y yo observo a través de mis ojos todas las palabras que me dejo por el camino, que las tiro porque me sobran aunque luego las necesite.

Cada tres días limpio la mirada con lágrimas de algodón y Mente duerme relajada.
Salgo a caminar y corro hasta agotarme, y Cuerpo duerme relajado.
Y yo sigo abrazada al insomnio, dando vueltas y más vueltas, perdiendo la noción del tiempo, del espacio.
Agarrada a la orilla de la esperanza como un clavo ardiendo.


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