Parpadeos fugaces

jueves, 3 de enero de 2013

Incómodo

Sí, aquel momento incómodo, embarazoso, ese momento en que quieras que Madre Tierra arrastre tus pies hasta el fondo de la tierra. Situaciones vergonzosas, silencios incómodos. Pero no tienen porque ser situaciones con aspecto negativo, un ejemplo claro, cuando tu novio te pilla poniéndole los cuernos, ¿Demasiado incómodo? 
Me refiero a esa clase de situaciones, en las que por más que piensas en algún tema de conversación, algo gracioso, o algo importante que quieras decir no se te ocurre nada. 
Una mezcla entre timidez nata, vergüenza y una pizca de miedo, y todo eso se cuece a fuego lento y se convierte en una bomba de relojería, rellena con kilos y kilos de cobardía. 
Y como unas espadas afiladas ese vacío de una personalidad extrovertida y social, ese cúmulo de timidez, corta las conversaciones de raíz. Dejando la muerte de la comunicación en un simple silencio que vaga en el aire. Se desvanece como el humo. 

A estas situaciones, la solución suele ser un consejo útil pero solo para personas valientes y decididas. 
Romper el hielo.
Por que romper el hielo no es coger un pico y empezar a machacar el Polo Norte. Es desprenderse de aquellos miedos, dudas, y timidez y dejar paso a la siguiente actuación: la curiosidad. 
Una vez hubo un hombre que dedicó toda su vida a romper el hielo entre personas. Al principio solo era con amigos, personas que se amaban pero no llegaban a decírselo mutuamente, personas que se acaban de conocer y no saben qué decir. Él se convierte en su inspiración, en su empujón al abismo de "Lo que puede llegar a pasar." Finalmente se convirtió en un servicio gratuito que ayudaba a las personas más tímidas a mejorar en el ámbito de la comunicación. 

Y si esto fuese de verdad, a algunos nos sería muy útil, ¿Verdad?



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