Parpadeos fugaces

jueves, 7 de noviembre de 2013

La impotencia de los genes

¿A dónde van todos aquellos recuerdos cuando la memoria falla?
¿Hay algún lugar especial en la mente? ¿O simplemente se desvanecen?
Cada segundo de su vida perdido en el olvido involuntario, cada momento importante retenido tan solo en las fotografías, inmortalizadas para siempre en el efímero papel fotográfico, guardado con cautela en un álbum de fotos, en una comunidad de recuerdos.
¿También se olvidará de mí?
¿Cogeré sus manos y me preguntará quién soy?

Crueldad y realidad, los principales ingredientes de una enfermedad que arrasa con todo aquello que valoras.
Los días los pasa dolorosamente, andando despacio entre suspiros, como andan sus lágrimas por sus mejillas a sus anchas, manchando nuestra armadura de goma espuma.
Sus huesos están cansados de luchar. Su corazón no se rinde, a pesar de que a veces, le da por flojear.
He aprendido tanto, he reído tanto por tus locuras, que siento que necesito más. aunque no tengas nada más que decir.
Me gusta apoyarme en tus cómodos silencios mientras me acaricias las manos.
No quiero que me olvides.
No quiero que nos olvides.
Porque si tú me olvidas yo te recordaré con más fuerza, y se convertirá en una cuchilla que apuñalará mi alma sin piedad, desquebrajando los músculos, triturando mi moral, arrancándome el poco corazón que me queda.
Quédate conmigo, aquí sentadas tú y yo, mientras discutes a voces, solo quiero escuchar tu voz.

Sentía como se descosía mi vida hilo a hilo cuando con su mirada perdida, observaba las baldosas del suelo. De vez en cuando sonríe, y el sufrimiento nos da una tregua a todos.

Hay que coger el ciclo de la vida y agarrarlo del cuello, mientras le amenazas de muerte.
Siempre queremos 5 minutos más. Un día más, un mes más, nunca estamos conformes con el tiempo que se nos da.

Yo solo quiero para ti, la eternidad.

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