Parpadeos fugaces

martes, 7 de febrero de 2012

Lea las instrucciones del medicamento y consulte a su farmacéutico.

Hoy me he levantado sobre un somier de madera, con un colchón Relax blanco forrado con una sábana principal color crema. Estaba bajo un nórdico negro y rojo, como si fueran manchas dibujadas. Me sentía caliente y relajada. El reloj se burlaba ya que otra vez, cada mañana, me había quedado dormida. La luz de la bombilla de mi lámpara de piolín, OSRAM, se enciende violentamente. Una voz no cariñosa anuncia su enfado:
-¡Son las 8:03 am!
El cuerpo empieza a tensarse, a no querer moverse de ese colchón. Los escalofríos que habitan en las zonas frías de la cama son punzadas en la piel para comenzar a desperezarse. Saco un pie, luego el otro, vuelvo a meter los dos pies; y los caliento frotándolos el uno contra el otro. La voz enfada humilla al silencio partiéndolo en infinitas partes:
-¡Levántate! ¡Ahora!- Se escucha su eco desde el pasillo.
Abro los ojos con cuidado, despacio, suavemente, parece que pesan una tonelada cada párpado. El cuerpo, como si de una marioneta se tratase vaga por las alturas al levantarse de la cama; regula su velocidad e intuye su equilibrio. Poco a poco va desperezándose, al ver la hora sus ojos siguen inertes, ciegos de realidades. Quiere sueños.
Agarra con la mano el pomo de una de las puertas de uno de los miles de armarios de su cocina. Abre la puerta y ha escogido el armario de las tazas de café, los cuencos de cereales, y los platos pequeños para los huevos fritos. Agarra una taza sin sensibilidad alguna en la mano. La taza, de los cogollitos, enuncia Cultivo de Guerrilla: Siempre ocultos esperando...el día de la cosecha.
Rellena esa taza con un frío café mañanero hasta un poco más de la mitad. Se da la vuelta sin ganas y abre la nevera, donde coge la leche desnatada aprisionada en un brick rosa rectangular. Echa la leche.
Observa como se mezclan y forman ese café perfecto y milagroso.
Ese café contiene: café y jarabe de glucosa. El café torrefacto ha sido tostado con azúcares. 
La leche contiene: leche de vaca desnatada.
Cuando el irritable sonido del microondas decide que ya es suficiente tortura térmica para mi taza de café vuelvo como alma vagabundeante y lo saco de aquel infierno.
La superficie acaricia el vapor casi hirviendo. Parece nitrógeno líquido.
5 cucharadas de café y si acaso alguna más. El café dulce y las mujeres calientes.
Una cucharilla se compincha con mis dedos y remueven el fondo de la taza, donde poco a poco se ahoga el azúcar.
Un sorbo de prueba, y el vapor ardiente no deja acercar mis labios al borde la taza. Mi lengua peligra.
Otro sorbo después de varios soplidos me dejan catar el café.
Una sensación de paz y satisfacción recorre mi cuerpo a gran velocidad. Sensación que se estrella cuando la voz enfadada vuelve a gritar:
-¡Date prisa por favor! ¡Venga, vamos!
Madres que no entienden que el café está ardiendo y no se puede beber como un chupito.
Después de perder varios minutos en muchos sorbos cuidadosos la taza está vacía y mi alma rellena de cafeína con azúcar. Rápidamente desnudo mi cuerpo por el pasillo lanzando la ropa a ningún sitio, cambiándola por otra más limpia.
En el espejo se muestra mi reflejo vergonzoso y adormilado. Las ojeras hacen acto de presencia, ¡Un minuto de silencio por los sueños que no nos han dejado soñar hoy! ¡Gracias despertador! Sonaba irónicamente en mi cerebro ausente.
Cojo el cepillo de dientes, y el dentífrico.
El dentífrico contiene: Phosphate Dihydrate, Aqua Glycerin, Sodium Lauryl Sulfate, Sodium Monofluorphosphate, Silica, Cellulose Gum, Aroma, Sodium Hexametaphosphate, Methylparaben, Sodium Saccharin, Menthol, Cl 19140, Cl 42051.
Y ahora me brillan los dientes y huelo a menta. La sonrisa de Mona Lisa seguro que no tenía tanta complicación al lavarse los dientes.
Me he aclarado la boca con agua del grifo, y he escupido tres veces. He limpiado el lavabo y me he vuelto a mirar en el espejo.
Espejito, Espejito, ¿Qué nos depara hoy? Solo sé que me voy a quedar dormida en cuánto me siente. 
Apago la luz, y dejo atrás el baño. Me desplazo a la terraza y hago la mochila:
La mochila contiene: 5 botes de acrílicos, (Blanco, Negro, Magenta, Azul, Amarillo) un estuche lleno de pinceles (de mayor a menor), una paleta de plástico blanca, un estuche con más de 4.000 tipos de bolígrafos y que ninguno pinta bien, un bloc casi sin hojas con mucho arte dentro de él. Un libro de inglés casi sin usar, ya que el aburrimiento me aborda en esas clases, una carpeta con un mixto de apuntes y apuntes de dibujos, que va a reventar en breves, una madera con una linda muchacha pintada, previamente coloreada con los acrílicos, una agenda que está llena de incoherencias y exámenes, lapiceros, celo, pañuelos, cosas inútiles y olvidadas. 
Observo por la ventana el panorama y el clima frío de esta ola congelada de ilusiones calientes y cubro mi cuerpo con un forro polar verde, más la camiseta roja del corazón sangrante y la camisa de cuadros. Añado a esa lista textil el abrigo negro de Quechua y el pañuelo de Jordania.
Mis zapatillas hacen el trabajo de andar y mis pies tan calientes dentro de ellas. Los cubre con esmero, dos pares de calcetines negro Artengo. 
Siento en la piel el frío de la mañana y la brisa escalofriante, que hiela mis poros y enfría mis ideas.
El frío es más frío si has sentido un ardiente fuego dentro de ti y se ha apagado.
Camino hasta un Toyota. Uno negro, pequeño, 4 plazas, y un millón de folletos de vinos en el suelo. La radio canta Nothing else matters - Metallica; pues está sintonizada Rock'n'gol. 
El alma despierta con cada estrofa, las manos simulan baterías imaginarias, los dedos acordes erróneos, la voz clava la letra y el tono grave.
Recorremos la carretera por el carril derecho, como se conduce en este país. Semáforos en verde, ámbar y rojo. Peatones con mochila. Peatones trajeados. Peatones que entran en sus coches y se convierten en conductores. Peatones que van en grupos, congelados de frío. Peatones que no miran al cruzar un paso de cebra. Peatones que corren para no perder el autobús. Rotonda, giro a la izquierda, todo recto, semáforo en rojo. 2 minutos de espera, viendo como la vida en la calle es fugaz. Dentro del coche la calefacción empieza a calentar los pies. Semáforo en verde y avanzamos.
Dos minutos después y dos semáforos que cambian el rojo por el verde nos dejan llegar.
Abro la puerta y un beso cargado de Muchas gracias se va en el coche con mi madre.
La mañana se abre al conocimiento, aburrimiento y a la alegría. Cansadas las horas de estar sentadas, se toman un mini descanso en el recreo, vuelven a la carga hasta la hora de comer segundos.
Mis pies cansados y mis piernas fatigadas me llevan a casa casi a cuestas, calle abajo.

En una olla que previamente ha estado llena de agua caliente, con unas gotas de aceite y un poco de mantequilla, hirviendo dentro de ella dos tipos de pasta (espaguettis y tornillos). Escurrida en un escurridor rojo aguarda a mi llegada. Me relleno un plato y le echo litros y litros de tomate.
El tomate contiene: Tomate, aceite de girasol, azúcar, fécula de maíz, sal, cebolla, ajo y conservador (E-202). 
El queso en polvo estilo italiano contiene: Queso, mantequilla, proteínas de leche, sales fundentes: E-331, E-452, almidón de patata, sal, conservador: E-202. Puede contener trazas de lisozima de huevo.
Siempre acompañada de una barra de pan.
La corriente eléctrica y el botón de On/Off le dan la vida a la televisión, que sintoniza Cuatro.
Castle, me gusta.

Sigue mi vida, aburrida y sentada en este sillón, narrando la cotidiana mañana de un Martes fresco y casi congelado. Consumiendo los productos, las horas de vida, y las chinas que se esconden en mis bolsillos.
Mañana miércoles.
Los miércoles contienen: Madrugón a Filosofía, Desesperación a Diseño, Aburrimiento en Inglés, Soledad en Historia de España y Cólera en Lengua Castellana. 
Los jueves contienen: Desánimo en Lengua Castellana y sueños rotos, Aborrecimiento de la Lengua extranjera y más sueños rotos más ojeras relucientes, Un descanso entre la impotencia de Diseño, Desorientación en Historia de España, Ausencia en Volumen, Hambruna en Séptima. 
Los viernes contienen: Paisaje fantasmal en Historia, incoherencias en filosofía, divinas técnicas gráfico-plásticas, interrogante volumen, caótica lengua castellana. 


Mi vida contiene: Altas dosis de incoherencias, metáforas inexpertas, comparaciones cotidianas, músculos blandos y músculos bombeantes, un bote lleno de razón y de lógica y dos botes de superación. Un cuenco relleno de vergüenza sólida y muchas cajas de regalos con sonrisas dentro. Dos cucharadas de ojos verdes y muchas miradas. Un kilómetro de melena y muy pocos cuidados. Un saco con un par de personas milagrosas y una esquina oscura donde almaceno las cosas que no me importan. Una taza de café todas las mañanas. Un cuerpo con dos brazos, dos brazos con dos antebrazos, dos antebrazos con dos manos, dos manos con 5 dedos cada una, 10 dedos que escriben en 27 teclas lo que su cabeza comenta. Dos piernas con dos rodillas, dos rodillas con dos espinillas, dos espinillas con dos pies y 5 dedos en cada pies, que analizan la superficie que piso cada día y marcan el paso y el camino de hoy, mañana y ayer. Trazando rutas. 


No sé como terminar mi rutina. Con la rutina del "The End"

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