Parpadeos fugaces

jueves, 5 de enero de 2012

¿Acaso una princesa no puede salvar a otra princesa?

Esta época está cambiando demasiado deprisa, la mayoría de la gente se sube al barco de las modas, por no ahogarse en el mar de la mediocridad. Traicionan y pisan sus propias raíces, escupen en sus principios y destrozan sus costumbres, se dejan llevar a cualquier lado, de la mano de cualquiera, por un simple estímulo o caramelo de menta.
Ayer, no había gente con valor de admitir su verdadera naturaleza. Hoy le das una patada a una piedra y hay cinco o seis peticiones de amistad con el derecho que ellos quieran.
La gente cambia. Pero me niego a que sea así de deprisa. A veces pienso que soy yo la que se queda atrás, mirando este mundo de locos desde el lugar más alejado, en lo más alto del cielo, observando como todo se va a hacer puñetas.
Se han olvidado de lo que un día fueron, de lo que un día sintieron en el hueco que tienen en el pecho, se han olvidado de la tierra que pisaron y la sangra y el sudor que derramaron por su dignidad.
Y ahora, como si se tratase de un pañuelo de mocos verdes de un constipado de mil demonios lo desprecian y lo tiran al suelo, para que sea pisoteado por otras gentes despistadas, que no miran al suelo.
Ya no existe la autenticidad.
Se han comido la originalidad y la imaginación. Ya no saben por donde seguir si no siguen al de su derecha, o al de su izquierda. No encuentran el camino por sí mismos ni aunque les dieran un mapa, subrayando el camino y todos los atajos posibles.
La tendencia este año es coger tu cerebro y arrancártelo de cuajo. Es más fácil que te digan lo que tienes que hacer, que buscar tus métodos para llegar a hacerlo. Es más fácil que te recomienden el mejor plato del restaurante, que elegir el que más te guste.
Es muy fácil criticar diferentes partes del mundo, las más oscuras, si las ves en la televisión.
No llego a entender, por que la gente no quiere entender. Se conforman con ver el mundo entre sus cuatro paredes, a través de una pantalla que nos miente como aquel infiel que te jura y perjura que no lo volverá a hacer.
Parece que les han lavado el cerebro. El tiempo y las modas les han cambiado tanto que su cerebro ha llegado a su límite, se ha fundido, y no quiere regresar, no quiere pensar.
Confían demasiado en desconocidos. Si sus madres les hubiesen avisado a tiempo...ya es demasiado tarde.
Pobres niñas, ilusas, que sufren por que un niño más idiota que ellas que no las quiere. Pobres ilusas, su vida es privilegiada por suerte y por desgracia.
Este mundo se va a la mierda, y te sientas en el sofá mirando la catástrofe que va a ocurrir.
Se acaba el agua en el mundo y lo único que haces es bebértela toda, sin compartir.
No hay comida suficiente para todos y decides echarle la poca carne que queda a los perros.
Nos quedamos sin energía y enciendes el televisor de nuevo, sin nada que ver.
Se nos muere nuestro alrededor, nos quedamos sin oxígeno y tú respiras despreocupado.
Se intóxica el aire e infecta nuestros pulmones, y tú le toses en la cara a un recién nacido, que el pobre ha nacido sin culpa, pero va a pagar nuestro egoísmo. 
Sigue maltratando a nuestra madre naturaleza, ella llora sin consuelo. Se siente fracasada, humillada, al darnos todo lo que nos podía dar, dejarnos vivir en paz, y le pagamos de esta forma.

Apocalíptica conciencia. No sirve para nada. Son sordos, ciegos y mudos. Y además egoístas, con el corazón plagado de envidia y odio. Nosotros mismos nos ahorcamos en los nudos que tejemos, caemos en las trampas que ponemos, mentimos frente al espejo, mirando nuestro reflejo y nos creemos nuestras propias mentiras.
El mundo empieza a oler a muerto, a putrefacto.
Angustias asfixia mi existencia.

Déjame vivir en mi Kaos, con lo poco que nos queda, y lo eterno que se va a hacer esta espera.

1 comentario:

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