Parpadeos fugaces

lunes, 16 de enero de 2012

Continuará.

Iba a mezclarme con el entorno romántico. Un poco naturalista y demasiado realista. Iba a enroscarme en la filosofía de la Generación del 98. Iba a leer entre cada línea de sus poemas y memorizar cada frase de sus novelas. Iba a borrar mi pasado barroco, volviendo a nacer, explorando el beatus ille del que todo el mundo habla. Estaba convencida de que en otra época, mi personalidad gótica se tragaría sus arcos romanos.
Y de pronto, el sol entró por la ventana, como Pedro por su casa iluminó toda la habitación.
Me ha descubierto, me ha visto y no quiere alejarse. Caliéntame con tus brazos y abrázame para alejarme del frío de la mañana.
Anhelando el anhelo nos volveríamos locos. Nacimos románticos y morimos realistas.
Con cada una de esas flores que no hemos olido es una sensación nueva que perdemos.
Por cada pensamiento que no decimos nuestra lengua se vuelve más inquieta.
Por cada paso que no nos atrevemos a dar un paso menos en el guión del destino.

Llegando a las altas montañas del mundo oriental, encontramos el aire que necesitábamos.
¿A qué suena el silencio? ¿A qué huele el aire allí arriba? ¿Podríamos encerrar la niebla en este bote de cristal? ¿Podría realmente pisar esa nieve sin sentir frío?
Tu lado más romántico opina que deberías ver más allá de la fantasía infantil. Aislar tu cuerpo en un mundo paralelo, escribiendo poemas bajo un árbol con hojas de mil colores diferentes. ¿Imaginas sus frutos?
En otra parte del mundo se quejan del dolor. Huele a kilómetros la preocupación. ¿Qué ocurre? Se preguntarán.

Solo sé que no me apetece continuar.....

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